Arangoiti 25 Agosto 2001.Íñigo Arizaga

Escrito el: 25th agosto 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

Comentario 16ª manga Liga Norte

Por una vez, Atxega y yo llegamos tempranito a la convocatoria en el bar Iru Bide de Lumbier: hay peligro de tormentas y más vale estar en condiciones de lanzar la manga antes de que granice.

Mientras nos tragamos unos bocadillos, comento con DJ Txus la curva de estado prevista para el día. Desde que hice la rappelada no ha cambiado demasiado. Siguen sin aparecer embolsamientos de aire frío en altura, así que la escasa fuerza de las bajas presiones reinantes no debería ser suficiente para generar tormentas. Hay muy poca humedad en el aire, y el nivel de condensación estará altísimo. Seguramente ni se formen muchas nubes. Las capas bajas siguen teniendo un aspecto de estabilidad penoso, aunque la curva ha mejorado un poquillo desde el jueves.

Subimos al despegue y el viento está ideal. Puede parecer un poco fuerte para la hora que es, pero Arangoiti debe de ser el único despegue del planeta en el que muchas veces el viento baja en las horas centrales del día (yo creo que la térmica de servicio toma más fuerza y sube más vertical por delante del despegue, o yo qué sé). La manga de viento da algunos coletazos de oeste, pero no parece estar muy cruzado. Los buitres no obtienen grandes triunfos, aunque tampoco se les ve que estén bregando contra el viento. Pero hay una cosa que llama la atención: no giran nada, están como volando de ladera.

Tras un pequeño debate se plantea la prueba: una primera baliza en Ezkalarre (al final de la Sierra de Leire) para pasar luego a la vertiente norte con una baliza de trámite en Ekai y gol cerca de Pamplona (Pueblo de Sarriguren). En total 55 Km. Yo nunca he volado hacia Pamplona, así que le pido sopitas a Arrieta (el gurú de la zona, flamante campeón de España de ala delta). No está muy claro por dónde conviene echarse al norte de la Sierra de Leyre, si en la misma baliza de Ezkalarre para ir hacia el norte apoyándose en los relieves de la parte este del valle o tras volver hasta las antenas de Arangoiti tirando después por la calle del medio. Como siempre, yo dejo la decisión para última hora.

El primero en salir es Miguel de Bera. Yo ya estoy preparado, o eso creo. Tras un par de infladas compruebo que tengo mal las bandas. Estreno silla, y me he pasado la tarde del viernes colocando el acelerador, en un gran alarde de previsión por mi parte. Pero lo he colocado mal y lo tengo que cambiar antes de despegar. Para colmo, cuando levanto la vela tengo una pequeña corbata que me encabrono en abrir en el aire. Alguien me advierte: ¡cuidado con la alambrada!. Tomo en consideración el aviso, así que deposito cuidadosamente la vela justo encima de la alambrada. ¡Ya solo falta que haga un siete! Afortunadamente varias almas caritativas liberan mi vela con más cuidado del que hubiera tenido yo mismo.

Total, que para cuando despego ya han salido unos cuantos. Miguel se ha debido de largar hacia la primera baliza y por lo demás, el panorama es bastante desolador. Todo el mundo está intentando rascar algo por debajo de la altura de la cresta, lo cual no siempre es tarea fácil en Arangoiti. Yo consigo girar la térmica de servicio y subir unos metros por encima de la cresta, pero enseguida la pierdo y me veo arrastrado hacia el resto de los mortales. Juan Carlos consigue tomar un poco de altura bastante abierto hacia el valle y se marcha hacia la baliza. Algunos pilotos despegan y hacen un vuelo balístico hasta el fondo del valle, sin que se pueda achacar nada a su pericia.

Cuando la cocha empieza a estar mu malita, y ya unos cuantos pilotos han pinchado, encuentro un cero al que me agarro como a un clavo ardiendo. Le doy unas cuantas vueltas intentando centrarlo hasta que se convierte en un 0,5. Después de un millón de vueltas consigo tomar un poco de altura y poco a poco la térmica se va consolidando. Sube oblicua, derivando de oeste, pasa por los pelos por encima de la cresta y sigue derivando de suroeste por encima de la sierra, hasta dejarme con algunos metrillos de margen para la tranquilidad. Unos cuantos pilotos también se han salvado de la quema, y se lanzan directos hacia la baliza de Ezkalarre.

¡Buf! A mi me gusta correr, pero con esas condiciones prefiero asegurar, y voy girando hasta los pedos que se tiran las lagartijas. La ida a Ezkalarre es muy fácil. Hay vientillo de oeste, así que merece la pena girar incluso los ceros, porque derivan claramente hacia la baliza.

Hago la baliza en el último lugar del pelotón y comienzo a volver hacia las antenas. La verdad es que con la miserable altura que se toma en la baliza ni me acuerdo de que tengo que decidir si pasar a norte o no. Me voy directamente hacia el despegue, detrás de toda la peña.

Hay algo de viento en contra, y las térmicas son muy débiles. Al contrario que a la ida, ahora no merece la pena girar nada, porque se deriva tanto hacia atrás que para cuando vuelves al punto en el que cogiste la térmica, resulta que ya estás más bajo.

Todo el mundo va perdiendo la altura de la cresta. ¿Todo el mundo? ¡No! DJ Txus aguanta cual irreductible galo sobre la Sierra, y se va tan pichi hacia el despegue, mientras el resto de pilotos las pasamos canutas. Al perder la altura de la cresta decido arrimarme un poquillo a las paredes para tantear el percal. No sube ni una cochina térmica, pero el viento de oeste tiene la suficiente componente sur como para generar ascendencia de ladera bastante cerca de la pared. ¡Bueno, ni tan mal! Voy yendo hacia el despegue haciendo ladera en el lado de los espolones que dan a barlovento y abriéndome hacia el valle para esquivar los sotaventos. En cada sotavento pierdo bastante altura, pero la vuelvo a ganar haciendo ochos en cuanto llego al barlovento, en el más genuino estilo avispero.

Todo el mundo pincha en las termas del pantano. Bueno, lo de pinchar es un decir, por que a alguno se le oyó decir por la radio: ¡Eh! ¡Voy a hacer la baliza en un momento y enseguida me voy a las termas a darme un baño! Gracias a dios en las termas no hay un bar en el que sirvan cervezas frías, así que puedo evitar sucumbir a la tentación sin demasiado problema.

Lo de DJ Txus es la leche. El tío va haciendo ladera por encima de la cresta como si estuviera en Zarauz. Le veo marcharse desde la primera baliza hasta las antenas sin girar ni la cabeza para ver si le sigue alguien. Va como un cohete. Llega hasta el despegue bastante por delante de mí, y sigue hacia delante sin girar nada, el tío. Cuando me voy arrimado a la zona del despegue veo a los rusos que andan volando por allí. Uno de ellos tiene tanta altura que parece el Sputnik, o la Mir o algún otro artilugio ex soviético. ¡Coño, si debe de estar por encima de los 2.000 m! Eso me anima bastante. Con esa altura se puede pasar al sotavento tranquilamente.

Mientras tanto, Txus ha desaparecido bastante bajo por detrás de las antenas hace ya algún rato, así que visto lo visto, calculo que ya debe de andar por La Coruña. Yo prefiero pasar por encima de las antenas, así que viendo a los rusos, decido quedarme por la zona del despegue a trincar algo. Entre el despegue y las antenas agarro un cebollón de +5, que me lleva por encima del despegue hasta 1.800 m. Desde allí veo a DJ Txus volver hacia las antenas con bastante poca altura. No ha debido de pillar nada al otro lado.

Sobrevuelo las antenas en dirección oeste y allí un segundo cebollón, ancho, potente y poco turbulento, de los que nos gustan a todos, me lleva casi hasta 2.100 m. (bueno, mi vario es muy cutre y marca algo de menos y seguramente había algo más de techo, ya que luego el ruso me dijo que había subido hasta 2.300 y yo estaba un poco más alto).

Con ese techo esto es coser y cantar. Además, como el viento corre casi paralelo a la sierra, el sotavento tiene que ser una birria muy pegada a las laderas. Efectivamente, paso como la seda, y prácticamente sin pillar ninguna descendencia de consideración.

Ahora, a verlas venir. La siguiente baliza está hacia el norte, como a unos 15 Km. No sé si está en ese mismo valle o al otro lado de una pequeña sierra que cierra el valle por el oeste. Es igual. Todavía está muy lejos, así que ya irá cantando el GPS. Puedo ir por el centro del valle, por los relieves del este (por donde vendría de haber cruzado a norte en la baliza) o por los relieves que hay hacia peña Izaga.

Pues ¡hale!, por el centro del valle. Mientras enfilo recto, veo que Txus también se pasa a norte, con muy poca altura. Desde donde estoy no puedo precisar cuánta, pero me parece francamente poca. ¡Huy, huy, huy! No doy un duro por él.

No estoy seguro de ir a encontrar nada por el valle, así que cuando con 1.300 m encuentro un cero, me paro sin dudarlo. Me cuesta un huevo centrarlo, pero al cabo de un buen rato consigo un famélico +1. Bueno, menos da un piedra. No hay mucho viento y las térmicas derivan de suroeste, más de oeste que de sur. Después de mucho rato y cuando ya estaba pensando en la película que vi el viernes y cómo le voy a pedir un aumento al jefe, me doy cuenta que eso no tira más. Estoy a 1.800. ¡Hey, no está mal!

Txus, continuando con su política de no girar ni en las esquinas, ha pasado hacia adelante, muy por debajo de mí. Veo que hace lo que me parecen unas maniobras de aproximación cerca de un pueblo minúsculo (mira que llego a ser incauto). Nada, yo sigo a lo mío. Con los trimmers casi sueltos planeo a una media de 45 Km/h. Voy encantado, probando la silla nueva. En las transiciones me tumbo como si fuera un pro, aunque en esa postura mis pantalones de globero se hinchan como morcillones y me fastidian la pose del todo. La siguiente vez me meteré el extremo de los pantalones en los calcetines, aunque tampoco creo que eso sea lo más estético, la verdad.

Hay muy pocas térmicas, y al principio cuesta bastante centrarlas, pero pillo otras dos que me dejan también a 1.800 m. Txus sigue como una moto hacia delante, aparentemente con altura de aterrizaje. ¡Es incombustible! No solo eso, cuando estoy casi sobre la vertical de Aoiz, veo que aunque se ha quedado bastante atrás, ya no está tan bajo y ha recuperado bastante altura. ¡Así se hace Txus! ¡A por todas!

Desde Aoiz, el GPS marca 4 Km a la baliza de Ekai. Definitivamente, está en el mismo valle. Dejo a mis espaldas el mamotreto de la presa de Itoiz, paso por encima del pueblo de Ekai, la segunda baliza, y enfilo hacia Pamplona, que ya se ve al fondo del valle. Veo a Txus aterrizado en unos campos segados antes de la segunda baliza. Después de lo que le he visto navegar me sorprende un poco, y también me apena.

¡Bueno, ya solamente quedo yo! Pero estoy perdiendo la cota de los 1.000 m. y todavía no he encontrado nada que girar. ¿La iré a cagar ahora? Como a un kilómetro y medio hay un cerro aislado, y un poco más adelante un basurero torrado por el sol. Es ahí o en ningún sitio. Enfilo al cerro con esa ridícula pose de tumbado que acabo de estrenar. ¡Qué vergüenza! Mis pantalones van hinchados como mangas de aire. Paso limpiamente por encima del cerro sin sentir ni el más mínimo movimiento en la vela. ¡Qué mal rollito! Sigo hasta el basurero, no muy convencido de que vaya a llegar de planeo. 700 m de altura. Veo las bolsas de basura más cerca de lo que me gustaría.

¡La vela cabecea! ¡Un cero! Me pongo a girar, pero en tres giros no consigo que el vario pite. ¡Hombre, no jodas! Qué cerquita esta el suelo. Veo un bote vacio que dice "FABADA ASTURIANA LITORAL". Pierdo el cero y entro en descendencia. Un par de vueltas más. Ya leo la letra pequeña: "consumir perferentemente antes de…". El giro no me deja seguir leyendo. Recupero el cero, y la ascendencia parece estar más en dirección a Pamplona, pero no me atrevo a salirme directamente hacia allí, por no perder mi querido cerito otra vez. Voy derivando poco a poco los giros en esa dirección y por fin el vario pita. ¡Uf! Pero todavía no echemos las campanas al vuelo. Con el rabillo del ojo veo unos bichos la mar de raros girando unos 50 m en dirección hacia Pamplona. Efectivamente es ahí. Ahora sí que me dejo llevar y el vario se queda en un +1 tranquilizador. Al rato estoy girando a +2 entre los pájaros, que creo que son aguiluchos cenizos (los que matan en los nidos las cosechadoras) y giran mucho más ágiles que los buitres. A partir de los 1.000 metros la térmica es una delicia: ancha, +3/+4, con algún regalo de +5, y sin ninguna complicación. Me lleva hasta 2.000 m. de altura, derivando muy poco desde el basurero.

El GPS ya marca 10 Km a gol. Sin viento en contra calculo una fineza de 7 u 8, así que con una altura de más de mil metros me da para llegar de planeo por los pelos. Debería trincar algo más.

Pero hacia Pamplona la cosa se va poniendo cada vez más fácil. Enseguida pillo otra térmica que me lleva hasta 2.100 m garantizando el planeo a gol. No hace falta estirar los planeos. Por allí cada vez hay más térmicas y por primera vez en el día me las empiezo a saltar sin girar. A un par de Km del gol de Sarriguren un pepino de +5 me devuelve al techo de 2.100 m. Ya tengo Pamplona a mis pies. No conozco ningún bar en Sarriguren, así que sigo hacia Mendillorri, en donde viven los Xinorris, en donde me espera una cerveza de litro en una jarra helada. Los ojos me hacen cririvitas solo de pensarlo.

Cruzo otra térmica. +1, +1, +2, +2, +2 (es anchísima, pero ya no quiero subir), +3, +3, +3, +3. ¡Coño es enorme! Cuando pita +4 ya no puedo aguantar y me pongo a girar. La cerveza tendrá que aguantar un rato. La térmica me devuelve a los 2.100 m, con una placidez absoluta. Desde esa altura se ve todo cerquita: la Ciudadela y un poco más allá el Perdón, San Cristo casi a los pies. ¿Qué hago? Me voy por encima de Pamplona hasta la ciudadela y allí caracoleo un rato. La visión del aeropuerto es inquietante y me hace salir de allí. Vuelvo a Mendillorri con más de 1.500 m y barreno sobre la cerveza que me espera con los brazos abiertos.