Comentario 2ª manga Liga Norte
El domingo pintaba mucho mejor desde la mañana, porque había mucho menos viento que el día anterior, de acuerdo con las previsiones, que incluso decían que podía entrar un ligero sur.
Esta vez subimos directamente al despegue sur. A la hora que subimos estaba un poco cañerete, pero volable. No me preguntéis por qué, pero en años anteriores ya hemos aprendido que en este despegue el viento, en vez de subir, tiende a quedarse más flojo al mediodía. Tal vez cuando el sol calienta más, la térmica se pone más pepino y se desprende vertical más adelante del despegue. Yo qué sé.
El caso es que al rato ya estaba buenísimo. Era el día perfecto para poner el gol en Biescas, pero siendo domingo, y estando el mogollón que estamos… No hay que olvidar que no tenemos recogidas organizadas.
Finalmente, se opta por poner una prueba de ida y vuelta a Majones. Se pone una baliza adicional en Bigüezal, para obligar la vuelta por la sierra de Illón, y de esta forma hacer un triángulo. En total, la prueba son 61,1 Km.
Aunque ya se ve que los buitres están trincando de lo lindo sobre el despegue, Ibón se presta a hacer de wind dumming y nos enseña dónde están las ascendencias. En cuanto se abre la manga, despegamos todos como locos, y la verdad es que enseguida hay en el aire un ambientorro que parece la PWC.
Salimos disparados por la Sierra de Leyre, con Iñigo Egaña a la cabeza, que va enchufado. Yo me lo tomo con bastante calma y me dedico a apurar hasta el techo todas las térmicas, que en esta parte del vuelo está en 2.200 m. ¡No está mal comparándolos con los 1.600 del día anterior! Entre térmica y térmica, voy llegando al punto en el que la sierra se corta y hay que atravesar el valle para pasar a la Sierra de Orba. Ya se ve a Iñigo Egaña girando al otro lado.
Este es un paso bastante estrecho y no es complicado de atravesar, pero siempre me ha ido mejor tomando toda la altura que se puede nada más pasar la cima del Ezkalarre y tirando hasta el otro lado desde allí sin parar a girar nada por el camino. Hay bastante gente en una térmica a mitad de camino, y cuando paso hacia el otro lado, se vienen conmigo. Ya al otro lado, un buitre está indicando la térmica, junto a los primeros escarpes rocosos. De ahí hasta la cima de la sierra y a esperar el ciclo bueno.
Hay suerte. Pillo un buen cogollo mientras los demás están girando en una térmica más abiertos hacia el valle que yo. 2.200 m. Iñigo se ve girando cerca de la baliza de Majones. Me tiro a la piscina. Cruzar el valle hasta la baliza es uno de los puntos críticos de la manga. La descendencia en el sotavento no es muy grande, pero lo suficiente como para que dé un poco de grima mirar hacia atrás y ver a todo el mundo mucho más alto que yo sobre la sierra.
Pero no he hecho mal en saltar. No era mal momento. Un poco más adelante, una térmica me da un poquillo de oxígeno, y me deja trincar de nuevo hasta los 2.200 de techo. Ahora la baliza parece más accesible. Enfilo a Majones y ya no vuelvo a tocar los frenos. Cerca de Majones, ya al otro lado, se ve girando a Robert (no sabía que hubiera pasado) pero no hay ni rastro de Iñigo Egaña, que ha debido de pinchar cerca de la baliza. Paso como un cohete por encima de Majones y doblo de inmediato a los montes que hay al norte.
Robert tiene algo enganchado, pero está más bajo que yo. Me tiro un poco más hacia dentro de la sierra con la esperanza de pillar algo mejor y a medio camino de Lorbés, un pueblo que está a unos dos Km de la baliza pillo un buen pepino. El techo empieza a subir un poco: 2.500. Desde aquí veo que llega a Majones toda la escuadrilla que había dejado en Orba. Es un espectáculo de verdad ver como van todos como flechas hacia la baliza, sin girar nada. Unos cuantos vienen demasiado bajos. Ya no saldrán de la baliza.
Yo cruzo hacia Lorbés y pillo la madre de todas las descendencias. Tómese nota: de 2.500 a 900 metros en un kilómetro escaso que me separa de los tejados de Lorbés. Eso es una fineza por debajo de 1. No está mal ¿eh?. Afortunadamente, Lorbés es una apuesta segura. Caracoleo por sus tejados sin pillar nada. Un cerito. Sigo buscando. ¿La iré a cagar? Nooo. El vario pita por primera vez. Estoy demasiado bajo para poder pillar un pepinazo. Pero consigo centrar la débil ascendencia. Subo 10, 50, 100 metros y la térmica se consolida. Me cuesta creer que la térmica me pueda llevar de nuevo hasta el techo desde el suelo, pero al cabo de unos minutos estoy otra vez a 2.500 metros sin que el vario haya dejado de pitar un solo momento.
Mientras tanto, ha llegado más gente de hacer la baliza: Iñigo Redín, Iván, Quim, Juan Carlos… Robert también sigue por allí. El resto ha pinchado. Me marcho por la sierra hacia la siguiente baliza (Bigüezal), que se adivina a lo lejos, en el fondo del valle. Por algún motivo, todo el mundo se abre por el valle. Yo sigo por encima de la sierra, seguramente obligado por mi condición de gipuzkoano, porque los setales que se ven sobre las campas me ponen los dientes largos.
Voy como un rayo hacia la Virgen de La Peña, una ermita que está sobre un risco encima de Sigües, ya que parece otra apuesta segura. Pero por el camino pillo térmicas muy buenas y no me dejo ni una sin girar. No hay prisa, así que cuanto más alto vuele, más seguro estaré de no pinchar. Iñigo Redín y otros que se han abierto al valle han pinchado. El resto, se vuelven hacia la sierra. Robert está por detrás, girando muy alto.
Pillo una buena descendencia antes de la ermita, lo cual no me preocupa en absoluto, porque indica que el pepino que me espera al otro lado es de los buenos. Efectivamente, en los riscos debajo de la ermita veo a un buitre que tiene un chuzo de asustar. Yo también llego por debajo de la ermita y enseguida me meto en la ascendencia. No giro hasta llegar a la altura del buitre, que lógicamente, estará en todo el cogollo. Efectivamente, el buitre está en un +5. Al principio me mira un poco mosqueadillo, pero enseguida se amolda a mi giro y se ve que le mola porque cada vez se arrima más.
La ermita esta llena de gente que me ha visto llegar pinchadillo y ahora están mirando cómo trinco. En un giro estoy a la altura de la ermita y cuando paso más cerca de la pared saludo a la chiquillería que está montando un auténtico griterío. En otro giro estoy por encima de la ermita, derivando hacia atrás. Llegan Quim, Iván y Juan Carlos. Juan Carlos se tira al otro lado con poca altura, mientras yo todavía estoy en un +3. ¡Qué prisas! Luego me contará que ha visto buitres girando al otro lado y ha ido a buscarlos.
Llego a 2.500 y la térmica se va apaciguando. Parece que es el techo del día. Noto que una ascendencia me lleva más hacia dentro de la sierra. Me dejo llevar sin girar y al rato estoy en otro cogollo de +5 que termina por dejarme en 3.000 m. de altura. Las vistas sobre Pirineos son bestiales. La sierra de Arangoiti parece un pequeño relieve a mis pies. ¡Hale! ¡Pista de aquí!. Cruzo al otro lado de la sierra sobre Juan Carlos, que se ha quedado muy bajo y está haciendo ladera para intentar trincar. Seguimos adelante Quim, Iván y yo, volando muy altos todo el rato. Juan Carlos también termina por trincar y viene por detrás, junto con Robert.
El día se está quedando plácido. Suelto los trimmers a tope y navego a 40 Km/h: hay algo de viento en contra. Antes de que se termine la sierra llegamos a Bigüezal, la siguiente baliza. Tomamos toda la altura que podemos y nos vamos a la baliza, primero Quim, luego yo, y después Iván.
Más allá de Sigües, el panorama es incierto. Rectos hacia el gol, una enorme masa boscosa sin aterrizajes cruzada por el inmenso tajo de la Foz de Arbayun. A la izquierda, la ladera norte de Arangoiti, demasiado lejos. A la derecha, la carretera y algunos campos que permiten aterrizar, pero un poco alejados de la ruta.
Yo me voy recto, qué coña. Hay que girar todo, que el bosque es extenso. Paso sobre la Foz de Arbayun (qué vistas, y qué fotos me estoy perdiendo por no haber cogido la cámara de fotos). Se nota que hay viento, porque las térmicas derivan bastante, así que decido tomar la altura suficiente para pasarme a la ladera norte de Arangoiti, porque el valle va a estar imposible. Quim ya está sobre el valle, bastante bajo y girando ceros. Mal rollo. Por la izquierda me pasa Juan Carlos, como un chuzo. Yo intento mantener la altura de forma desesperada. Consigo tomar unos metros, y cuando me voy a echar hacia Arangoiti, me rajo. ¡Qué coño! ¡Vámonos por la calle de en medio!
Juan Carlos no gira nada de nada. Llega bastante bajo encima de Domeño y la caga. Todavía tarda un rato en pinchar, pero el viento impide que las térmicas sean aprovechables con poca altura. Quim está algo más adelante, bastante bajo, girando pompillas. ¡Vaya panorama!
Cada vez hay más viento y se nota que está entrando el norte. Las térmicas son muy débiles y cuesta centrarlas, pero todavía permiten tomar algo de altura. Voy girando miserias, y entre miseria y miseria acelero a fondo. Paso por encima de Juan Carlos, que ha aterrizado en Domeño. ¡Coño! Con los trimmers sueltos y acelerado, mi Boomerang penetra a 30-35 Km/h. No está mal, pero eso es bastante viento.
Quim se echa al gol, pero va muy bajo. Con este viento no va a llegar. Yo sigo girando mierdillas hasta que veo el aeródromo de Lumbier a tiro. Acelero a fondo y me lanzo, mientras veo cómo Quim aterriza un campo antes que el aeródromo. El último tramo antes del aeródromo es una bolsa de aire caliente, y llego bastante holgado a gol. Aterrizo en la pista 4 horas y 34 minutos después de haber despegado en Arangoiti. ¡Un vuelo currado!
Al cabo de algunos minutos llega Iván, que no llega al gol por 100 m. Un poco más tarde llega Robert, que también se queda a 100 m. del gol.