Echo 23 Junio 2001. Arizaga, Redín & Txutxo

Escrito el: 23rd junio 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentarios 5ª manga Liga Norte

1ª parte, Echo-Peña Telera, por Iñigo Arizaga

2ª parte, Peña Telera-Taüll, por Íñigo Redín

La confesión de Txutxo

 

De Echo a Peña Telera.  Iñigo Arizaga

El sábado amanece lloviznando en Eibar, cosa que no me preocupa demasiado, porque deben de ser los efectos del frente anunciado, y que pienso que no alcanzará el Pirineo. Ya en Echo, se ven algunos cúmulos tempraneros que a más de uno le hacen pensar que no vamos a volar. Yo sigo manteniendo la fe en la rappelada: no es más que mierda que se está deshaciendo.

Efectivamente, para cuando entre lamentos alcanzamos la cima del Ramirez el cielo está totalmente despejado. Pero es la una y media del mediodía, y ya debería haber cúmulos. Aunque no se ve a los buitres obtener grandes triunfos, estoy convencido de que el día dista mucho de estar estable. Pienso que el techo debe de estar muy alto, pero ni de lejos hubiera esperado los 4.500 m. que alcanzó Iñigo Redín.

Las dudas se disipan en cuanto despegamos. Todo está lleno de pepinos, pero lo que más llama mi atención es ver la preciosa cubierta de cúmulos que se cierne bien por encima de las cimas más altas de Pirineos, y que no se alcanzaba a ver desde el despegue. Se gana altura muy fácil, aunque también se cobra bastante. Es algo que no me preocupa demasiado mientras haya altura, y hoy la hay. ¡Banzai! Tomo en un suspiro 2.700 (la altitud del Bisaurin) y ni siquiera apuro la térmica hasta el final. Suelto los trimmers, y con altura de sobra me echo hacia La Cuta. Avanzo a 55-60 por hora de media: como estaba previsto, hace viento del oeste. El día se presenta interesante.

Sobre la cima de La Cuta, otro pepino me catapulta a 3.200, derivándome directamente hacia la cima del Bisaurin. No me dejo. Tampoco apuro esta térmica y me largo directamente hacia el Aspe, enchufado. Por detrás, veo que Iñigo Redín e Iván también se van escapando del despegue, aunque se entretienen en tomar más altura que yo en las térmicas.

Giro muy pocas cosas, porque no hace falta más para sobrevolar todo el macizo del Aspe, y las fotos salen más guapas desde aquí. Afortunadamente, Zarbo me ha dejado una cámara de fotos (gracias Zarbo, las fotos son a medias). Las condiciones siguen estando bastante violentas, así que cada foto me viene a costar una o dos plegadas de promedio. Me da igual. Estoy emocionado. La vista es espectacular. Tengo ganas de gritar cualquier cosa y voy cantando.

Detrás de Blancas hay bastante viento. Demasiado, en realidad. No me fío mucho, así que decido esperar un poquillo a que llegue alguien para intentarlo entre varios. Veo que no mucha gente sale de Lizara, y espero hasta que llegan Iñigo Redín y un amigo de Bati, que vuela con una Advance. Tanto esperar para cagarla. Los dos trincan antes que yo y se largan para Collarada, dejándome a mí girando unas térmicas guarrísimas y tumbadas por debajo del despegue de Blancas. ¡Vaya mierda! Aquí no voy a hacer carrera, así que me abro hacia el valle, hasta el último mogote que hay sobre el cordal que baja desde Blancas al valle de Villanúa. Tengo muy poca altura, pero lo último que pienso es en pinchar. Finalmente encuentro una térmica fenomenal, que me da mucha altura mientras me deriva por mitad del valle hacia el Collarada.

Lo del otro lado lo tengo más claro. Más adelante de una ladera rocosa hay un gran pinar con una preciosa calva en medio, desde luego, hecha pensando en los parapentistas. Las dos veces que he volado aquí anteriormente, la térmica que desprende esta campa me ha permitido pasar el collado hacia el valle de Acumuer. Así que paso por encima de mis dos colegas de vuelo y sigo sin pararme. Como hace mucho viento del oeste, pienso que tendré que pasarme de largo bastante para poder encontrar la ascendencia de la campa. Cuando ya pienso que esta vez me voy a quedar tirado, entro en el cebollón. ¡Pues sí que debe de hacer viento para que la térmica esté tan tumbada! Pero está buenísima. Sube muy plácida para como está el día. Lo que son las cosas, las otras veces ésta era la térmica más guarra del trayecto y hoy es la más dulce.

Al rato llega Iñigo Redín y giramos los dos en la misma térmica, hasta que Iñigo se larga hacia el valle de Acumuer sin apurarla hasta el final. A mí el tal valle me da un poco de yu-yu, así que me quedo a coger un poco más de altura, y al rato también me largo. El de la Advance se abre mucho hacia el valle, y se va por las crestas herbosas que bajan hacia Biescas, pero yo sigo viendo claro que el meollo está debajo de todos los cúmulos que hay sobre las cimas más altas de los Pirineos. Por la zona de Fiscal se está haciendo una buena tormenta, con un yunque de los de libro (creo que aparecerá en las fotos, si es que salen bien), aunque finalmente la falta de embolsamientos de aire frío en altura se hará valer y la tormenta se deshará sin descargar.

Vuelo más feliz que unas pascuas por encima del Telera y las cumbres aledañas, que están llenas de gente. Les saludo, les hago fotos y abro las plegadas, por ese orden. Mientras tanto, Iñigo se ha puesto altísimo, y pienso que debe de estar a unos 4.000 metros. Llega Txutxo, y le grito alguna barbaridad relacionada con La Legión. Giramos sobre una cima y Txutxo se va hacia el extremo del macizo, sobre el congosto que da paso a Sierra Tendenera. Yo tomo más altura para asegurar la transición sin problemas y me voy también al extremo del macizo. Allí hay viento, y pese a que estoy muy por encima de la cresta, cuando la térmica sacude fuerte llego a volar hacia atrás. Miro el sotavento, que tiene un aspecto fiero, y pienso que tiene que ser un auténtico marrón verse arrastrado a él, así que me abro un poco hacia el sur. Tengo suerte: allí el viento está menos acelerado y trinco un pepino de +5 que promete llevarme a la base del cúmulo. Ya estoy a unos 3.300 m, con más altura que Peña Tendenera al otro lado, pero decido quedarme a tomar un poco más.

En uno de los giros veo a Txutxo, que debe de estar uno 500 m. por debajo de mí, con una pequeña autorrotación debido a una plegada asimétrica. No parece grave y no le doy ninguna importancia, pero cuando salgo del siguiente giro veo que está en una barrena plana perfecta, igualita a las que hace Raúl Rodríguez. Pero la diferencia es que Raúl Rodríguez controla perfectamente la maniobra, mientras que el resto de los mortales con esa maniobra nos entwistamos hasta la nuez.

Ahora sí me preocupo. Apuro el siguiente giro para no perderme ni un detalle. Cuando salgo de él, el lado en negativo se ha plegado y está con una gran corbata. Esto lanza a Txutxo a una barrena salvaje, de las que no hace ni Raúl. Pienso: ¡Mete la vela en pérdida, Txutxo! ¡Mete una pérdida! Da dos vueltas más. El giro se acelera aún más: eso ya es un paracas. ¡Echalo, tío! ¡Echa el paracas de una puta vez! Tres, cuatro, cinco vueltas: angustiado, me doy cuenta de que Txutxo ya no va a echar el paracas. El corazón se me encoge. Pienso que la fuerza centrífuga ha debido dejarle sin sentido, aunque luego me dirá que simplemente ¡no encontraba el asa del emergencia!

Con total sensación de impotencia veo como Txutxo sigue dando un número interminable de vueltas, mientras con la vista busco algún sitio en donde pueda aterrizar para ayudarle. Veo una meseta rocosa que desde esa altura se ve bastante plana, aunque tendré que inventar algo para aterrizar con ese viento.

Pero Txutxo sigue cayendo. Absolutamente desolado, veo cómo el viento lo arrastra al sotavento del Telera, sin que pare de girar. ¿Qué hago? Ir a Biescas desde allí no es una buena idea. Seguramente no llegaría. Además, tengo que ver exactamente dónde cae Txutxo para poder comunicar el punto preciso al grupo de rescate. No hay más huevos. Hago de tripas corazón, calo los trimmers hasta las dos terceras partes, me encomiendo a Santa Rita, doy media vuelta y enfilo el sotavento. Txutxo aún sigue girando al otro lado y cuando se estrella contra la pared yo todavía estoy subiendo. La vela se detiene en mitad del barranco, después de arrastrarse un rato. ¡Joder! Tomo referencias visibles: la cresta sobre el canal, y un nevero característico justo debajo del parapente, que se ha detenido a 2.200 m. de altura. Ha entrado girando de tal forma y ha golpeado en tal lugar que, aunque cueste decirlo, no me queda la menor duda (ni la más mínima) de que Txutxo se ha matado.

Como era de esperar, la ascendencia me suelta: Iñigo Arizaga, ¡aaa jugar! No voy a perder el tiempo describiendo el sotavento, porque carece de interés en esta historia. Simplemente diré que por fin encontré sentido a las palabras de Iñigo (el insumiso de Oñate), que después de verse arrastrado al sotavento de Udalaitz un día de viento fuerte me contaba ¡Joé, tío! ¡Es igual que el puenting!

Confieso que no tengo huevos de aterrizar en el pueblo que está más cerca de la pared, así que sigo hasta el siguiente. Un poco antes encuentro una descendencia de -7/-8 más que aceptable para el historial que llevo, así que me quedo dentro hasta que consigo aterrizar en Tramacastilla, peleando con la fuerte brisa que entra por el congosto. Dejo todos los trastos en el suelo y corro hasta el bar del pueblo, desde donde llamo a la Guarda Civil de Biescas, y les doy la referencia exacta del lugar donde ha caído Txutxo. También les doy el número de mi móvil para que me llamen en caso de que necesiten más detalles o si quieren que les acompañe en el helicóptero.

A los diez minutos recibo una llamada del grupo de rescate de montaña para pedirme más datos. Me dicen que "Jesús" ha llamado desde su propio móvil para dar parte del accidente que ha sufrido. No me lo puedo creer: ¡está vivo! Creo que no soy un tipo de lágrima fácil, pero confieso que en ese momento me saltaron unas bien gordas. Estoy dando brincos en mitad del bar con el móvil pegado a la oreja. Me calmo un poco y le llamo de inmediato a Txutxo. ¡Y me coge el teléfono! Procuro tranquilizarle y le digo que todo está en marcha y que no se preocupe. Le pregunto qué tal está y me dice que todo lleno de golpes, que a lo mejor tiene algún hueso roto, pero que en general está bien. ¡No me lo puedo creer!

El helicóptero está en otro rescate y tarda unas dos horas y media en llegar. Mientras tanto, llamo de vez en cuando a Txutxo para darle ánimos (sin abusar para no agotar las baterías) y también le aviso a Paco, para que vigile un poco que todo el rescate vaya bien. De vez en cuando les doy la paliza al cuartel de Biescas. ¡No puedo estar tanto tiempo sin hacer nada!

Cuando por fin llega el helicóptero, no tardan ni cinco minutos en sacar a Txutxo de la pared, y lo llevan a Panticosa. En ese mismo momento llega Paco en coche y nos vamos a recoger a Txutxo. Y allí nos lo encontramos, enterito, un poquillo ido pero sonriente, con el casco reventado entre las manos y lamentándose de forma sonora cada vez que intento abrazarlo un poquillo o darle unas palmaditas. Txutxo me llama cariñosamente el Legionario desde que eché el paracas en Castejón. ¡Tú si que eres legionario Txutxo! ¡Te echas por los precipicios y ni siquiera te molestas en abrir el paracas!.

Desde allí vuelta a Echo por Jaca. Por el camino nos enteramos que Iñigo Redín se ha ido ¡hasta el valle de Boí, nada menos! ¡Es increíble! 135 Km con techos de 4.500, la distancia mayor que se ha hecho sobre el eje central de los Pirineos. Esa es otra historia, en la que me hubiera gustado tener la oportunidad de participar.

Me tocará hacerle la recogida desde Castejón de Sos. A las cuatro de la madrugada, 12 horas más tarde de aterrizar en Tramacastilla para dar parte del accidente de Txutxo, tiendo el saco junto al despegue de Planatelún y me desplomo. He tenido tardes mejores. Pero predomina la alegría del vuelo conseguido por Iñigo Redín, y sobre todo, el milagro de tener a Txutxo entre nosotros.

 

De Peña Telera a Taüll Por Iñigo Redín

Bueno, ahora me toca a mí.

La primera parte ya queda muy bien comentada por Arizaga, por lo que yo seguiré en donde él lo ha dejado, o sea, en Peña Telera.

Yo, en Telera conseguí un techo bien majo, 3800 metros, que me fue más que suficiente para pasarme a Sierra Tendenera sin ningún apuro.
Bueno, ya estaba en Tendenera, hasta aquí ya conocía las zonas del vuelo, y ahora, ¿qué?
Pues estaba claro, lo primero, trincar, después pensar.
Enseguida trinqué un pepinazo (creo que era un +6) que me puso a 4350 metros de altura. La leche, vaya alturón. Desde luego, cierta seguridad sí que me daba.
Ahora habrá que ir a Ordesa, y Monte Perdido, tierras sin ley (bueno, creo que sí hay una que prohibe volar por ahí, pero me parece que sólo prohibe despegar, ¿o no?).
Llegué a las inmediaciones de la Sierra de las Cutas con una altura que me daba bastante margen para equivocarme, unos 2.600 metros.

Aquí tocaba tomar una decisión, ¿por qué lado de Ordesa me voy?, al sur, por el Barranco de Ordesa, al sur de Monte Perdido, ¿quizás más al sur?. Yo esta zona no la conocía, ni tenía ni idea de dónde hay carreteras.
Tomé la decisión de pegarme a la cara sur de las paredes del Barranco de Ordesa. Enseguida empecé a trincar. Otro pepinazo, hasta la nube, a 4.400 metros. Esta nube era un lujo, yo iba con ella, en sus barbas, ¿o es ella la que va conmigo?. El caso es que durante unos minutos, no perdía altura, incluso la ganaba a veces, llendo con la nube, casi viento en cola.
A mi izquierda, debajo, el Monte Perdido, todo bien nevado. Debajo de mí, los barrancos de Añisclo.

Y fui directo a la siguiente zona que me resultaba conocida, aunque fuese por puro dominguerismo, pero conocida al fin y al cabo. Al valle de Pineta.
Vaya gritos pegué. Ya tenía una carretera debajo, había atravesado lo que me resultaba más peliagudo en todo el vuelo, y llegaba a tierras conocidas. Estaba exultante.
Me crucé todo el valle de Pineta en escasos 15 minutos, a unos 55 km/h de media en este planeo.
Fue increíble. En algún momento llegué a parecerme a Piqué con tanto meneo de cabeza a un lado y otro, admirando el paisaje.
La de veces que me he dicho, estando en el valle de Pineta, en el Parador nacional: "¿algún día pasaremos por ahí arriba?". Pues mira por dónde.
Bueno, hasta aquí ya tenía gran parte del vuelo hecha.

Había llegado a Bielsa. Llevaba ya unos 80 km. Pero habíamos quedado que el mínimo para la competición era llegar a Castejón de Sos, ¿no?, pues a ello.
Bueno, en Bielsa se veía muy bien el Cotiella, y a su izquierda y el collado de Sahún, mi siguiente meta.
Nada más pasar Bielsa, me pegué a las paredes que hay al norte del pueblo, la Punta Suelza, que tiene 2900 metros. Enseguida comencé a trincar algo, hasta 3.200. Yo, que soy muy listillo, y ya me había acostumbrado a los +6 y +7, ví que justo delante, si iba contra el viento, se estaba haciendo una hermosa nube, en la quinta puñeta (el techo). Y tuve la estupenda idea de ir a por ella, dejando el cómodo +2 en el que estaba.. Por supuesto, fue una cagada. Iba a por la nube, estaba debajo, y nada, que no subía. No esperé mucho para mandarla a freir espárragos, y volví hacia atrás, viento en cola, a por mi fabuloso y suculento +2. Por supuesto, éste ya no estaba.
Aquí tenía dos opciones, o pegarme más a las montañas, a ver si salía algo, o seguir hacia el fondo del valle, en dirección a Plan y Gistain. Tomé la 2ª opción.
Resulta que de Bielsa sale un valle, al este, que llega hasta unos 2000 metros. Arriba es casi llano, y todo muy verde. Pues justo ahí, a 2000 metros, es donde más cerca estuve de cagarla.
Se notaba más viento que en otros sitios, y eso tampoco es que me animase mucho.
Pensé: "mecagüen Sos, esto tiene que tirar por cojones", y de repente, apareción un cerito por ahí. Me agarré a él, casi girando con los ojos cerrados, supongo que para que nada me distrajera. En cada giro subía media vuelta y bajaba otra media, pero la que subía, con la deriva me compensaba.
Finalmente, con unos 2.500 metros, me tiré a las paredes que están sobre Plan, al Noreste, más concretamente.

En esas paredes, cogí una térmica que me llevó directamente a los ibones de Posets, aunque derivaba demasuiado al norte para mis propósitos. En cuanto tuve altura (3.000) me tiré a las crestas más próximas al collado de Sahún, justo al oeste del Box.
Ahí, mientras estaba rascando en lo alto del monte, un buitre me llamó y me dijo que saliese 100 metros de las crestas, que ahí me esperaba un +5 hasta la nube, a 4000 y pico. Y, jodé, si te lo ponen así, pues vas, ¿no?, y fui.
Nada,. Crucé el tan terrible collado derivando ese pepino, hasta la nube. Respiré hondo, 4 gritos más, y a seguir, que desde aquí ya me lo conozco todo.
Claro, llegué al despegue de Piedras Blancas con unos 2.700 metros. ¿Y qué voy a hacer?, ¿bajar?, ni de coña.

Ya llevo 107 km. Vaya pasada. Tánto reirnos con lo de llegar a Castejón, como mínimo, y va, y llego. Tiene "güebos" la cosa.

Vaya planeo me dí de Sahún hacia Piedras Blancas.
Tenía a vista (o sea, muy cerca, porque no tengo precisamente una vista de lince), Vilaller.
Y seguí planeando, cayendo a 0,5 m/s, con la "resti" del valle de Castejón. Aún giré algún unillo. Entonces recordé que en Bohí había concentración de parapente. Y Bohí está en el siguiente valle a Vilaller. Pues nada, habrá que llegar como sea, y darles en los morros a los catalanes.
Me pegué a las paredes encima de Vilaller, llegué bastante alto, a unos 2.000 metros, y trinqué otra térmica, que con la deriva me puso a 3.000, y sin miedo de sotaventos, para pasarme al siguiente valle.
Bueno, ya he llegado a donde quería, a enlazar 2 concentraciones de parapente.
– Pero, jodé, aquí no se ve ni un parapente, ¡qué raro!. 
– Para, para, que ahí abajo hay uno aterrizando. 
– ¿Pero dónde están los demás?. 
Otra vez me disloqué el cuello al estilo Piqué, pero no ví a nadie más volando.
– Bueno, pues nada, iré a aterrizar a Taüll, que igual tienen ahí la cena de la concentración.

No había manera de bajar. Cuando estaba con orejas, para ver si perdía algo de altura, otra térmica. No tuve más remedio que girarla, hasta 2500 y pico. Y pensé que de nuevo tendría que seguir el vuelo. Eran las 19:20. Enfilé hacia el sur, para ir hacia Sort, pero ahora avanzaba a 10 km/h. Por lo que dí el vuelo por terminado. 
Yo lo daba por terminado, pero se ve que el parapente quería seguir, porque ahí no había forma de bajar. Tuve que barrenar para perder altura.Y aterricé en Taüll, en una campa que hay frente a la iglesia de San Climent.
Esperaba que apareciese algún parapentista, pero nada…
Nada más aterrizar, lo primero que hice es llamar a Quim, que suponía que estaba en la concentración, pero…. LA CONCENTRACIÓN ERA LA SEMANA SIGUIENTE.
Una típica cagadica de las mías.

Después avisé a los de Echo, y me contaron la movida de Chucho, que ya habéis leído en la crónica de Iñigo. Esto me desanimó bastante, aunque enseguida hablé con él, y me tranquilicé.

Las cifras: Despegué a las 14:08 y aterricé a las 19:42.Fueron 5 horas y media de vuelo. La última media hora, perdida tontamente en esa zona sin hacer nada. En total 133 km, a una media de 24 km/h. El techo grabado en el gps, 4404 m. La altura mínima: 1467 m, la del aterrizaje.

El resto ya es historia, la recogida, llegar a Echo a eso de las 4 de la mañana, etc…

Por supuesto, agradeceré la afortunada intervención de Iñigo Arizaga, que ese día se convirtió en uno de los "rescatadores". Fue a por Chucho, vino a por mí, etc… Sölo 3 horas y media de coche, después de volver de la recogida de Chucho.
Fernando se vino a buscarme desde Castejón, para que Iñigo no tuviese tanto trozo, también se lo agradezco.


En cuanto a la competición, la cosa fue regular, ya que muchos pilotos pincharon en la zona del despegue, pocos pasaron más allá de Blancas, y encima, con lo del accidente, me quedé más solo que la una. Sino, seguro que los tres hubiésemos hecho el vuelo, y puede que hasta más.

Pues nada, por ahí tenéis el track para echarle un vistazo También están las previsiones que teníamos para ese día, y que Rappel Arizaga tan bien supo interpretar…

 

Carta de confesión Por Txutxo

 

¡Vale tíos!. No puedo soportarlo más. Nadie se cree que esté vivo después de lo descrito por el Legionario. Y por esa razón quiero confesaros que todo el vuelo estaba controladoHa sido un fraude. Lo reconozco. ¡ Jopeta ¡.

Todo empezó cuando alguien dijo lo de que la subida duraba unos 20 minutos. ¡Coño con la subidita!. Me costó 45 minutos de gran esfuerzo, sudor y una quemada por el sol, que me dejó la marca de la mochila en la espalda. Lo mío fue una tontería viendo el sufrimiento de otros a los que les pesaban las longanizas y el vinillo de muchas fiestas. Todavía me acuerdo de la singular sonrisa con la que subió Robert (el de Logroño) los últimos metros de ascensión. Pobrecico.

Después de esto pensé que el lunes no iba a estar en condiciones para dar el callo en el curro. Entonces me vino la gran idea: hago como que me la doy y me cojo la baja hasta San Fermín. De p…. Madre. A partir de aquí todo controlado.

Bueno. Pensé que si me la daba nada más despegar y arborizaba, nadie se creería lo de las contusiones. La recogida sería muy fácil y no podría darme un paseo en helicóptero. Y además fastidiaría la prueba. Con lo cual despegué y me dije que buscaría el lugar idóneo para el acontecimiento después de disfrutar de las condiciones del día y del lugar tan maravilloso que es.

El plan no resultaría si no tenía a alguien que me apoyara en mi versión. Me vino a la cabeza un nombre fácil de sobornar, el legionario ( llamo cariñosamente por ese nombre a Íñigo Arizaga). Quedamos en que me esperaría en el bar de Tramacastilla tomando gratis toda la cerveza que quisiera, porque ése era el pago por sus declaraciones. Por cierto, la próxima vez no bebas tanto porque luego exageras las cosas demasiado y la gente se asusta.

Arreglado el asuntillo legal, tenía pista libre para hacérmelo como quisiera.
Por fin, después de pasar Collarada y de haber volado tan "agusto", divisé el sitio perfecto. Una cornisa en Peña Telera y a sotavento, por lo de la cobertura del móvil claro. Panticosa estaba a tiro.

Cuando iba a bajar tranquilamente hacia la cornisa y aterrizar, me percibí de que había otro parapentista cerca. Con lo cual no podía ir a sotavento sin más ni más como hago normalmente. Así que saqué la calculadora y empecé a barrenar. Caía a -5 y me parecía una barbaridad para realizar mis cálculos y la rebajé a -4. Teniendo controlada la velocidad de caída, altitud y velocidad del viento, con respecto a la posición de la pared de Telera y altitud de su vértice, concreté que tenía que dar 58 vueltas para pasar a sotavento de Telera y desaparecer de la vista de ningún compañero de vuelos. A todo esto Íñig (llamo cariñosamente a Íñigo Redin) no se enteraba de nada porque el tío iba fuscao hacia Castejon de Sos o más.(¡ENORABUENA CAPULLO!).
Cuando ya perdí de vista a todos, me relajé y frené la frenética barrena a la que me había sometido para el engaño. Valla mareo estúpido de los cojo…. Todo controlado para aterrizar en apenas 10m cuadrados de cornisa. Sin ningún problema. Todo el mundo puede hacerlo ¡córcholis!.

Ya aterrizado, me quité el arnés y con parapente y todo lo tiré por un pequeño desfiladero (ya lo recogeré otro día, cuando esté de vacaciones). Mi plan entonces era contactar con la Guardia Civil, dar mi posición y rescate resuelto, como si nada.
Pero no acaba la historia. Tuve que golpearme con un palo para magullarme un poquito y fingir una caída. Cuando ya oía al helicóptero a lo lejos me di cuenta que el casco estaba intacto y que no se lo iban a creer. Pues bien. Cogí el casco y le pegué tal golpe contra una roca que se me fue de las manos y salió despedido barranco abajo. Tuve que bajar rápidamente a por él y volver a subir todo en cinco minutos. Entonces me di cuenta lo peligroso que es escalar. Por favor, no hagáis escalada, es muy peligroso y os podéis hacer mucho daño.¡De verdad!.
A todo esto, el legionario se estaba cogiendo una cogorza de mucho preocupar.
A mi plan le faltaba la puntilla, ser recogido finalmente por el helicóptero. Que gozada oye. Me dejaron pilotarlo y todo, desde el primer momento nos hicimos amigos y me dejó ir a rescatar a un montañero que también quería cogerse la baja. Fue por esa razón por la que tardé tanto en llegar a Panticosa.
Ya reunido con Arizaga (para que no se quede con el mote), me di cuenta que no estaba todo controlado. ¡CÓMO ME PUSIERON LOS PUTOS MOSQUITOS!.
Después de mi confesión, solo deciros que esto sólo puede hacerlo alguien cualificado como yo. Cualquiera no aterriza en un sotavento, y menos en 10 m cuadrados y nadie ha hecho una barrena tan larga como yo. Así pues no lo intentéis.
¡TODOS A TRABAJAR COJONES!
AAAAAGUR.