Ribafrecha 30 Junio 2001.Íñigo Arizaga

Escrito el: 30th junio 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 6ª manga Liga Norte

En primer lugar, habría que hacer algún comentario a la rappelada. Hay un detalle que se me escapo, por mirar los mapas previstos a todo correr. Miré los mapas previstos para el sábado y el domingo a mediodía, y en ambos aparecía un frente bastante amplio en el centro del Atlántico, y nada más. Con esto, yo interpreté que el frente permanecía estacionario y que toda la península iba a quedar fuera del rango de acción de los frentes, aunque ya me extrañó que el anticiclón de las Azores se desplazara hasta Bretaña sin que se moviera el frente.

Si hubiera puesto más atención o hubiera utilizado mapas más detallados, habría visto que en realidad durante todo el fin de semana estuvieron pasando frentes que venían del Atlántico y que prácticamente se deshacían al llegar a las costas Cantábricas. El paso de todos estos frentes deshechos fue el que trajo el viento norte y el mal tiempo a la costa durante todo el fin de semana.

¿En qué hubiera afectado esto a la previsión? Después de visto, todo el mundo es listo, pero en general, la previsión hubiera sido peor para Arangoiti y algo mejor para Ribafrecha. Me explico: con la facilidad que tiene el nortazo para entrar en Arangoiti, existían muchas posibilidades de no poder volar allí, lo cual aconsejaba mover la manga a Ribafrecha. Por otra parte, el norte no llegaría a saco hasta Ribafrecha, pero el paso de esos frentes podría añadir un poco de inestabilidad que podría contrarrestar en parte la existencia de las altas presiones y la penosa curva de estado prevista para todo el fin de semana.

Es decir, que la previsión buena habría aconsejado más aún el traslado de la prueba a Ribafrecha. Los que estuvisteis por allí podréis recordar el fohen de norte que podía verse hasta la sierra de Cantabria, y que no alcanzó la ladera de Zenzano. También pudisteis comprobar que los días fueron demasiado estables, con techos bastante rácanos para la zona y que no alcanzaron el punto máximo hasta las seis de la tarde o incluso más tarde, con un régimen de brisas ya perfectamente establecido. También podréis recordar el "agujero negro" en el que se convirtió el valle de la segunda baliza del domingo, del que solamente Igone llegó a escapar. Perder altura fue sinónimo de cagarla durante todo el fin de semana.

Aunque la decisión de mover la prueba a Ribafrecha fue la correcta, pido disculpas a todo el mundo por no haber prestado un poco más de atención a los mapas de isobaras o no haber utilizado mapas más detallados. Pero al mismo tiempo quiero recordar que las previsiones no son más que eso, previsiones, y a veces fallan. En Arangoiti, parece que el sábado no entró el norte y las alas se dieron unos vuelazos de cortar. Visto el norte que andaba en Pamplona y en Campezo, parece milagroso que esto haya sido así, pero a veces pasa. En cuanto a esto solamente tengo que decir que espero que las predicciones nos sirvan para tomar la decisión de ir a los sitios en los que más probabilidades de volar haya, de forma que a la larga volemos más. Pero no vamos a acertar siempre.

Y aquí va la crónica de los vuelos.

Hubo 44 inscritos en la prueba, aunque hubo algún volador más que no se apuntó y voló por libre.

El sábado el viento estaba muy flojo, y aunque a lo lejos se veía el fohen del nortazo, no había previsión de que éste pudiera entrar a Zenzano, al menos hasta muy tarde. En esas condiciones se optó por una prueba de distancia libre "hacia el este", para no dificultar en exceso las recogidas.

Desde el principio se vio que los techos no iban a ser como para echar cohetes, y personalmente pensaba que ese día el valle debía de ser un sumidero dispuesto a abducir a todo el que se aventurase por él. Con este panorama, muchos pilotos optaron por no tomarse prisas en despegar, mientras que Miguel de Bera, el más tempranero en despegar, nos deleitaba a todos con su particular exhibición de acrobacia.

Una vez todos en el aire, vimos que la cosa no daba para más. Un despiste o no encontrar la térmica que habías ido a buscar te podía costar tranquilamente la pinchada y unos buenos sufrimientos para recuperar la altura del despegue. La mayoría de los pilotos nos marchamos en busca de lo desconocido con no más de 200 o 300 metros de altura sobre el despegue. Convencido de que la sierra tenía que funcionar más que el llano, yo me eché lo más atrás que pude, apuntando directamente hacia Jubera, pasando por encima de la meseta que hay sobre Ventas Blancas, y que tiene unas antenas.

Por allí ya empezó la debacle, y algunos pilotos que iban por el llano y otros que iban por la sierra terminaron por pinchar. Sobre esta meseta, estuve girando una térmica bastante floja con Iñigo Redín, que se marchó hacia delante antes que yo. Yo, que soy un cobarde, tenía más miedo a pinchar que otra cosa, así que estuve girando un poco más antes de echarme a Jubera.

Y Jubera sí que me da yu-yu. Pese a ser un sitio lleno de laderas soleadas, sotaventos, mogotes de piedra (¡el mismo cerro del Castillo parece fantástico!) en los que buscar térmicas, la única vez que había volado allí antes me fui irremediablemente al suelo después de peregrinar por todos esos lugares. Y estando el día tan flojo como está… ¡Brrrr! Me da pánico abandonar la meseta. El vario se queda en un cero y me agarro a él como a un clavo ardiendo. +0,5, -0,5. Mantengo la altura y voy derivando un poco hacia el este. ¡Huy, qué mal rollito! Aguanto un buen rato por allí, mientras Iñigo Redín se va sin mucha altura en busca de Mikel, Atxega, Andoni Ruiz de Azua y Félix Azagra, que van por delante. Bastante más bajos que yo llegan Román y Larri. Por detrás viene Iván Colás.

Voy derivando el cero hacia los puntos en los que parece convertirse en una ascendencia. Después de 500 vueltas consigo centrar un +2, que me permite subir hasta 1.200 sobre Jubera. ¡Buf! ¡Qué flojera! Me lanzo hacia la ladera arbolada en la que están los molinos de viento. Encuentro un poco de viento en contra, así que acelero, pese a llevar los trims sueltos. En las estribaciones de la sierra busco y busco hasta que encuentro otro cero, al que me agarro como a otro clavo ardiendo. Larri y Román han pinchado. Iñigo ha desaparecido de mi vista bajísimo (también ha debido de pinchar) e Iván llega con altura de aterrizaje.

Al igual que antes, tengo que dar 5.000 giros hasta que consigo centrar un +1, que a ratos es un +2. Sube muy tumbado por la ladera y me lleva por detrás de los molinos, hasta el cordal más alto de la sierra. Desde allí tengo a tiro de planeo al grupo de cabeza, que está girando más bajo que yo al final de la sierra. Más allá está la nada. El llano de Arnedo, que a la flojedad del día añade su proverbial condición de agujero miserable. De ahí no pasamos ni de coña. El vuelo se acaba de forma irremisible. ¿O no? ¡Ehm! En realidad, al otro lado de la sierra, cruzando sobre Arnedillo está todo el cordal que sigue hacia Peña Isasa. Está a un planeo, y eso me permitiría salvar el agujero de Arnedo. El único inconveniente es que hay que saltar al sotavento de la sierra, al agujero inmundo de Arnedillo, y no tengo casi altura. ¡Bah! Desde luego, este sotavento tiene mejor aspecto que el del Telera. ¡Vamos, que mucho mejor! Aunque no te creas, los molinos están girando con un garbo que… ¡Qué cojones! ¡Hemos venido a jugar! Me dejo derivar por la térmica hasta le sotavento, y cuando me suelta enfilo directamente al otro lado, con muy poca altura sobre la cresta. Comienza la cuenta atrás: 10, 9, 8… No llego al 7 y el primer plegadón me dice que no lo voy a pasar muy bien. ¡Mierda! Calo un poquillo los trims, por si aca.

A partir de ahí, el sotavento me trata fatal. Peor de lo que cabía esperar en un día como este. Muchos rotores, grandes y prolongadas descendencias y unos meneos de no te menees, valga la rebuznancia. Llego sobre el río totalmente maltrecho, con muy poca altura. Pese a ello lo intento, y me voy a la ladera del otro lado en busca de mi salvación. El vario pita ¡hoy la voy a liar!, pero el valle es muy estrecho, se junta el norte del sotavento con la brisa que viene del oeste y con la altura que llevo aquello es un infierno. Estoy un buen rato bregando y cobrando hasta que en una racha especialmente intensa del norte termina por llevarme hasta el suelo. ¡Mierda, por qué poco! He perdido la apuesta.

Mikel, Atxega y Andoni aterrizan en Bergasa, a pocos kilómetros de Arnedo. Yo he hecho tres kilómetros menos que ellos, pero he tenido una buena oportunidad.

Bastante más tarde, aparecerá Oscar el argentino, que ha abandonado la ladera de Zenzano en último lugar, y aprovechando los mejores techos a esa hora llegará hasta Arnedo, ganando la manga.

Por la noche, la consabida parrillada en la finca de Robert. Ya sabéis de qué va la historia: chorizos, costilla, careta y vino a raudales. Acampada libre en la misma finca y una juerga de narices.

 Íñigo Arizaga