XII Concentración de Belagua. Iñigo Arizaga

Escrito el 1st octubre 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

CONCENTRACIÓN DE BELAGUA., por Iñigo Arizaga

La Magia del Otoño en Pirineos Cierra la Temporada de Vuelo en el Norte.

Ez duk eremu hauetan aingeru zerutarrik,
Otsaburu zakur anaikorra ez bezterik,
Nork lehunduko dik, bada, hire nahigabea,
Gure lur gozoak ez ezik.

(No hay por estos parajes ningún ángel celestial,
sin más compañía que el fiel perro Otsaburu,
¿quién mitigará, pues, el dolor de tu corazón,
si no es la dulzura de nuestra tierra?)

 

 Sábado a las diez de la mañana: bostezo mientras hago girar el volante del coche para tomar el cruce de Sigüés, y adentrarme en el valle del Roncal. Tras recorrer algunos kilómetros por el valle, el paisaje se torna pirenaico. La naturaleza ha pasado una hoja más en su calendario particular, y pese al día gris, la fotografía de octubre es especialmente bella: los álamos se han vuelto amarillos y los arces y robles americanos han adquirido un rojo intenso difícil de creer. Los madroños inclinan hacia la carretera sus ramas repletas de frutos colorados, como ofreciéndolos al viajero. En las laderas, el interminable hayedo ofrece una variedad de tonalidades infinita: mientras los árboles que crecen cerca del fondo del valle permanecen aún verdes, los más altos han perdido ya las hojas, y en medio se despliega en franjas una gama completa de ocres.

Voy cruzando uno a uno varios pueblos pequeños de casas apretadas y tejados muy inclinados de pizarra negra: Salvatierra, Burgi, Roncal, Urzainqui… hasta llegar a Isaba, donde comienza el valle de Belagua. Como todos los años, la temporada de vuelo se cierra con la concentración de Belagua, una cita a la que siempre resulta grato acudir. A las afueras del pueblo observo la señal del cruce que indica el camino a Ustárroz y Ochagavía, puerta de la selva de Irati, el mayor bosque de hayas de Europa. Por el camino queda Izalzu, cuna de Gartxot, bardo que fuera perseguido por cantar hace más de mil años la derrota del rey Carlomagno ante las tribus vascas de estas tierras, ocurrida muy cerca, junto al puerto de Ibañeta en Roncesvalles. Todavía hoy, cuando en los meses de octubre y de noviembre sopla el viento del norte, cuando las palomas deciden abandonar el país, se puede oír un gemido tétrico que se parece extrañamente al de un hombre. Los montañeros navarros dicen que es el alma de Gartxot. El otoño es mágico en el Pirineo de Navarra.

Pero hay que abandonar esta carretera y seguir hacia el norte, camino de Francia. La carretera asciende por el fondo del valle serpenteando junto a un río flanqueado por altos riscos calizos. Es el tramo final del trayecto y el paisaje hace que merezca la pena no apresurarse. Tengo que parar el coche y esperar a que dos yeguas y un potro crucen la carretera delante de mí. No se apresuran, se lo toman con calma, a su ritmo.

Finalmente, el valle se ensancha, las paredes se alejan y dejan espacio a un amplio valle cubierto por verdes praderas. Es el lugar de la cita, la parte final de valle de Belagua. La carretera sigue avanzando entre las praderas, pasa junto al aterrizaje y continúa hacia el fondo del valle. Pero en lugar de alcanzarlo, da media vuelta y comienza a subir por la ladera norte, describe una serie de amplios zig-zags y finalmente alcanza la parte alta de la ladera, una zona con unas vistas inmejorables sobre el valle, en donde se encuentra el despegue, junto a la misma carretera.

Detengo el coche en el punto en el que la carretera gira sobre sí misma antes de atacar el puerto que lleva al despegue. Es el Rincón de Belagua, en donde he quedado con Íñigo Redín (er Xino), el encargado de organizar la reunión. Hace tiempo que ya ha llegado, y lo encuentro nervioso. El día se presenta gris, está lloviznando y teme que acuda muy poca gente a la cita, dejándonos con una gran cantidad de comida de sobra. Le tranquilizo: la gente no viene a Belagua únicamente a volar. Todo el mundo siente el especial encanto de lugar, y por eso, y pese al mal tiempo, siempre acabamos juntándonos un montón de gente. Además, es una concentración en la que empieza a pesar la tradición, ya que se organizó por primera vez en el año 1989.

Mientras esperamos, abrimos una garrafa de ese brebaje infernal, que er Xino se empeña en llamar vino y con el que año tras año intenta deshacerse de sus competidores en la Liga Norte. Como suele ocurrir en estos casos, el hecho de servir vino parece surtir el efecto de atraer a la gente. Al rato ya estamos un corrillo de pilotos riendo con un vaso en la mano. El carbón no tarda en chisporrotear bajo las parrillas, mientras cada vez más gente se va sumando a la reunión. El olor del chorizo asado termina de obrar el prodigio, y para la hora de comer el Rincón de Belagua ya parece una romería.

Poco a poco las nubes van quedándose altas, y en los ratos que deja de lloviznar se ven algunos parapentes hacer descensos hacia el valle, captando toda la atención de los pilotos. ¿Toda? ¡No! Aún levantan más expectación la panceta, las costillas y las sardinas asadas. Después del postre y quizás más vino de la cuenta, la tarde ha quedado bastante bonita. Algunos empiezan a organizarse en furgonetas para subir al despegue, por lo que los más rezagados engullimos nuestro último trozo de Tía Mildred y nos colamos en el primer coche en el que nos admiten.

El despegue se encuentra subiendo el puerto, aproximadamente 1 km antes del refugio de montaña de Belagua, junto a la carretera. Desde aquí se domina todo el valle, y el paisaje corta el hipo. El viento sopla flojo del sur: está perfecto. Al cabo de un rato se respira el mismo bullicio en el aire que hace un momento junto a las parrillas.

Volar en Belagua es muy fácil. Se despega en una campa inclinada de hierba que al cabo de unos 100 metros conduce a los riscos que constituyen la ladera norte del valle. Se puede remontar en dinámica todo el valle, mucho más allá del punto en el que la carretera abandona el fondo del valle para ascender por el puerto. Las vistas son espectaculares: se vuela sobre paredes verticales de piedra caliza, cruzadas por profundos cañones. La base de las paredes reposa sobre laderas menos empinadas ocupadas por tupidos bosques de hayas, que descienden hasta el fondo del ancho valle cubierto de praderas, por el que discurre el río Belagua.

Por encima de los riscos, la montaña se toma un descanso en una amplia meseta en la que se encuentran el refugio de Belagua y los bosques de Ezkilzarra, y más adelante vuelve a ascender hasta las cimas herbosas de Lakora, de algo más de 1.800 metros de altura. Volando hacia el fondo del valle, las crestas se van haciendo cada vez más altas, hasta llegar a Lapazarra, de 1777 metros de altura, en donde se cierra el valle. Desde aquí no es raro ver rebaños de rebecos huyendo bajo la sombra de nuestras velas.

Todo este trayecto puede realizarse en dinámico normalmente muy laminar, al alcance de todo tipo de pilotos. Los más avanzados pueden probar a girar térmicas y remontar hasta Lakora o a animarse a intentar la transición del valle y cruzar al Txamantxoia.

Todos disfrutamos del paisaje, del vuelo y del buen ambiente, y hacemos apetito para la cena que tendrá lugar en el refugio de montaña. Después del sorteo de regalos, hay algunos que se animan a bajar hasta Isaba atraídos por la promesa de una noche que no suele defraudar. Otros nos quedamos a charlar fuera del refugio. La noche otoñal es fresca en los Pirineos, y hacemos un corro con las furgonetas para resguardarnos, como en las películas del oeste. Alguien saca una botella y las historias no tardan en fluir: la temporada ha sido larga y hay muchas cosas que contar. Las velas llevan un buen rato guardadas en sus bolsas, y tal vez tarden ya muchos días en volver a salir, pero los corazones siguen volando aún sobre los riscos de Belagua…

¿Y SI NO SE PUEDE VOLAR?

Si la climatología no permite volar en Belagua tenemos algunas opciones.

– Si el viento está norte, podemos terminar de subir por el puerto de Belagua y descender hacia Francia pasando las pistas de esquí de Arette, entrar en el Vallée d´Aspe y remontarlo hasta Accous, en donde encontraremos una excelente zona de vuelo a norte.
– Si el viento está sur, pero no se puede volar en Belagua, podemos descender por el valle del Roncal y continuar hacia la sierra de Leire (Arangoiti), con magníficos vuelos térmicos, y en donde incluso se ha organizado alguna prueba de la Liga Nacional.

NO ME APETECE VOLAR, Y QUIERO APROVECHAR PARA HACER PUNTOS CON MI NOVIA.

Enhorabuena, has dado con el lugar adecuado. La oferta turística en los alrededores de Belagua es tan extensa y tan atractiva que cuesta trabajo quedarse con lo justo para un resumen.

Belagua es una zona muy frecuentada por montañeros. Podemos probar ascensiones sencillas, como Lakora (partiendo del mismo despegue) o animarnos a una excursión más larga a la Mesa de Los Tres Reyes o al Anie, de más de 2.500 metros de altitud. Si simplemente queremos pasear, son muy recomendables los senderos que se adentran en el bosque de Ezkilzarra, junto al refugio. Si cogemos el coche, podemos pasar a Francia, hasta Larrau, y caminar por las gargantas de Kakueta y Holzarte, de las más espectaculares de todo el Pirineo, y que habremos divisado desde el aire si hemos volado y tomado un poco de altura.

Si el tiempo se ha cabreado en la montaña, quizás convenga salirse un poco hacia el sur, donde seguramente estará algo más apaciguado. Pero no deberemos marcharnos sin antes probar las migas de pastor en la venta de Juan Pito, un kilómetro o dos antes del despegue. También deberíamos pedir una trucha a la navarra o un buen plato de caza en cualquiera de los pueblos del valle, y llevarnos un queso del Roncal, hecho con leche de oveja y que suele estar bastante curado, fuerte.

Ya fuera del valle del Roncal, en el Monasterio de Leire se puede visitar la cripta con más personalidad de todo el románico pirenaico, y podremos acudir a uno de los últimos reductos en los que todavía se escucha orar en Gregoriano a los monjes Benedictinos.

ALOJAMIENTOS

Como la oferta turística es muy amplia, también lo es la oferta de alojamientos. Se puede optar por dormir en literas en el mismo refugio de montaña de Belagua (948-224324), lo más cerca del despegue. Sin salir del valle de Belagua encontraremos bungalows en el camping de Asolaze y tenemos albergues en Isaba (Oxanea) y Urzainqui (Akerbeltz). En Isaba hay gran cantidad de hostales y algún hotel pero es necesario llamar con antelación, porque la ocupación suele ser muy alta.

La posibilidad de alquilar una casa rural es muy atractiva. Si nos movemos con suficiente antelación a nuestro viaje y buscamos un poco, encontraremos caserones centenarios totalmente renovados en lugares que difícilmente olvidaremos.

 

 

 

Aquí están las fotos

Arangoiti 25 Agosto 2001.Íñigo Arizaga

Escrito el 25th agosto 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

Comentario 16ª manga Liga Norte

Por una vez, Atxega y yo llegamos tempranito a la convocatoria en el bar Iru Bide de Lumbier: hay peligro de tormentas y más vale estar en condiciones de lanzar la manga antes de que granice.

Mientras nos tragamos unos bocadillos, comento con DJ Txus la curva de estado prevista para el día. Desde que hice la rappelada no ha cambiado demasiado. Siguen sin aparecer embolsamientos de aire frío en altura, así que la escasa fuerza de las bajas presiones reinantes no debería ser suficiente para generar tormentas. Hay muy poca humedad en el aire, y el nivel de condensación estará altísimo. Seguramente ni se formen muchas nubes. Las capas bajas siguen teniendo un aspecto de estabilidad penoso, aunque la curva ha mejorado un poquillo desde el jueves.

Subimos al despegue y el viento está ideal. Puede parecer un poco fuerte para la hora que es, pero Arangoiti debe de ser el único despegue del planeta en el que muchas veces el viento baja en las horas centrales del día (yo creo que la térmica de servicio toma más fuerza y sube más vertical por delante del despegue, o yo qué sé). La manga de viento da algunos coletazos de oeste, pero no parece estar muy cruzado. Los buitres no obtienen grandes triunfos, aunque tampoco se les ve que estén bregando contra el viento. Pero hay una cosa que llama la atención: no giran nada, están como volando de ladera.

Tras un pequeño debate se plantea la prueba: una primera baliza en Ezkalarre (al final de la Sierra de Leire) para pasar luego a la vertiente norte con una baliza de trámite en Ekai y gol cerca de Pamplona (Pueblo de Sarriguren). En total 55 Km. Yo nunca he volado hacia Pamplona, así que le pido sopitas a Arrieta (el gurú de la zona, flamante campeón de España de ala delta). No está muy claro por dónde conviene echarse al norte de la Sierra de Leyre, si en la misma baliza de Ezkalarre para ir hacia el norte apoyándose en los relieves de la parte este del valle o tras volver hasta las antenas de Arangoiti tirando después por la calle del medio. Como siempre, yo dejo la decisión para última hora.

El primero en salir es Miguel de Bera. Yo ya estoy preparado, o eso creo. Tras un par de infladas compruebo que tengo mal las bandas. Estreno silla, y me he pasado la tarde del viernes colocando el acelerador, en un gran alarde de previsión por mi parte. Pero lo he colocado mal y lo tengo que cambiar antes de despegar. Para colmo, cuando levanto la vela tengo una pequeña corbata que me encabrono en abrir en el aire. Alguien me advierte: ¡cuidado con la alambrada!. Tomo en consideración el aviso, así que deposito cuidadosamente la vela justo encima de la alambrada. ¡Ya solo falta que haga un siete! Afortunadamente varias almas caritativas liberan mi vela con más cuidado del que hubiera tenido yo mismo.

Total, que para cuando despego ya han salido unos cuantos. Miguel se ha debido de largar hacia la primera baliza y por lo demás, el panorama es bastante desolador. Todo el mundo está intentando rascar algo por debajo de la altura de la cresta, lo cual no siempre es tarea fácil en Arangoiti. Yo consigo girar la térmica de servicio y subir unos metros por encima de la cresta, pero enseguida la pierdo y me veo arrastrado hacia el resto de los mortales. Juan Carlos consigue tomar un poco de altura bastante abierto hacia el valle y se marcha hacia la baliza. Algunos pilotos despegan y hacen un vuelo balístico hasta el fondo del valle, sin que se pueda achacar nada a su pericia.

Cuando la cocha empieza a estar mu malita, y ya unos cuantos pilotos han pinchado, encuentro un cero al que me agarro como a un clavo ardiendo. Le doy unas cuantas vueltas intentando centrarlo hasta que se convierte en un 0,5. Después de un millón de vueltas consigo tomar un poco de altura y poco a poco la térmica se va consolidando. Sube oblicua, derivando de oeste, pasa por los pelos por encima de la cresta y sigue derivando de suroeste por encima de la sierra, hasta dejarme con algunos metrillos de margen para la tranquilidad. Unos cuantos pilotos también se han salvado de la quema, y se lanzan directos hacia la baliza de Ezkalarre.

¡Buf! A mi me gusta correr, pero con esas condiciones prefiero asegurar, y voy girando hasta los pedos que se tiran las lagartijas. La ida a Ezkalarre es muy fácil. Hay vientillo de oeste, así que merece la pena girar incluso los ceros, porque derivan claramente hacia la baliza.

Hago la baliza en el último lugar del pelotón y comienzo a volver hacia las antenas. La verdad es que con la miserable altura que se toma en la baliza ni me acuerdo de que tengo que decidir si pasar a norte o no. Me voy directamente hacia el despegue, detrás de toda la peña.

Hay algo de viento en contra, y las térmicas son muy débiles. Al contrario que a la ida, ahora no merece la pena girar nada, porque se deriva tanto hacia atrás que para cuando vuelves al punto en el que cogiste la térmica, resulta que ya estás más bajo.

Todo el mundo va perdiendo la altura de la cresta. ¿Todo el mundo? ¡No! DJ Txus aguanta cual irreductible galo sobre la Sierra, y se va tan pichi hacia el despegue, mientras el resto de pilotos las pasamos canutas. Al perder la altura de la cresta decido arrimarme un poquillo a las paredes para tantear el percal. No sube ni una cochina térmica, pero el viento de oeste tiene la suficiente componente sur como para generar ascendencia de ladera bastante cerca de la pared. ¡Bueno, ni tan mal! Voy yendo hacia el despegue haciendo ladera en el lado de los espolones que dan a barlovento y abriéndome hacia el valle para esquivar los sotaventos. En cada sotavento pierdo bastante altura, pero la vuelvo a ganar haciendo ochos en cuanto llego al barlovento, en el más genuino estilo avispero.

Todo el mundo pincha en las termas del pantano. Bueno, lo de pinchar es un decir, por que a alguno se le oyó decir por la radio: ¡Eh! ¡Voy a hacer la baliza en un momento y enseguida me voy a las termas a darme un baño! Gracias a dios en las termas no hay un bar en el que sirvan cervezas frías, así que puedo evitar sucumbir a la tentación sin demasiado problema.

Lo de DJ Txus es la leche. El tío va haciendo ladera por encima de la cresta como si estuviera en Zarauz. Le veo marcharse desde la primera baliza hasta las antenas sin girar ni la cabeza para ver si le sigue alguien. Va como un cohete. Llega hasta el despegue bastante por delante de mí, y sigue hacia delante sin girar nada, el tío. Cuando me voy arrimado a la zona del despegue veo a los rusos que andan volando por allí. Uno de ellos tiene tanta altura que parece el Sputnik, o la Mir o algún otro artilugio ex soviético. ¡Coño, si debe de estar por encima de los 2.000 m! Eso me anima bastante. Con esa altura se puede pasar al sotavento tranquilamente.

Mientras tanto, Txus ha desaparecido bastante bajo por detrás de las antenas hace ya algún rato, así que visto lo visto, calculo que ya debe de andar por La Coruña. Yo prefiero pasar por encima de las antenas, así que viendo a los rusos, decido quedarme por la zona del despegue a trincar algo. Entre el despegue y las antenas agarro un cebollón de +5, que me lleva por encima del despegue hasta 1.800 m. Desde allí veo a DJ Txus volver hacia las antenas con bastante poca altura. No ha debido de pillar nada al otro lado.

Sobrevuelo las antenas en dirección oeste y allí un segundo cebollón, ancho, potente y poco turbulento, de los que nos gustan a todos, me lleva casi hasta 2.100 m. (bueno, mi vario es muy cutre y marca algo de menos y seguramente había algo más de techo, ya que luego el ruso me dijo que había subido hasta 2.300 y yo estaba un poco más alto).

Con ese techo esto es coser y cantar. Además, como el viento corre casi paralelo a la sierra, el sotavento tiene que ser una birria muy pegada a las laderas. Efectivamente, paso como la seda, y prácticamente sin pillar ninguna descendencia de consideración.

Ahora, a verlas venir. La siguiente baliza está hacia el norte, como a unos 15 Km. No sé si está en ese mismo valle o al otro lado de una pequeña sierra que cierra el valle por el oeste. Es igual. Todavía está muy lejos, así que ya irá cantando el GPS. Puedo ir por el centro del valle, por los relieves del este (por donde vendría de haber cruzado a norte en la baliza) o por los relieves que hay hacia peña Izaga.

Pues ¡hale!, por el centro del valle. Mientras enfilo recto, veo que Txus también se pasa a norte, con muy poca altura. Desde donde estoy no puedo precisar cuánta, pero me parece francamente poca. ¡Huy, huy, huy! No doy un duro por él.

No estoy seguro de ir a encontrar nada por el valle, así que cuando con 1.300 m encuentro un cero, me paro sin dudarlo. Me cuesta un huevo centrarlo, pero al cabo de un buen rato consigo un famélico +1. Bueno, menos da un piedra. No hay mucho viento y las térmicas derivan de suroeste, más de oeste que de sur. Después de mucho rato y cuando ya estaba pensando en la película que vi el viernes y cómo le voy a pedir un aumento al jefe, me doy cuenta que eso no tira más. Estoy a 1.800. ¡Hey, no está mal!

Txus, continuando con su política de no girar ni en las esquinas, ha pasado hacia adelante, muy por debajo de mí. Veo que hace lo que me parecen unas maniobras de aproximación cerca de un pueblo minúsculo (mira que llego a ser incauto). Nada, yo sigo a lo mío. Con los trimmers casi sueltos planeo a una media de 45 Km/h. Voy encantado, probando la silla nueva. En las transiciones me tumbo como si fuera un pro, aunque en esa postura mis pantalones de globero se hinchan como morcillones y me fastidian la pose del todo. La siguiente vez me meteré el extremo de los pantalones en los calcetines, aunque tampoco creo que eso sea lo más estético, la verdad.

Hay muy pocas térmicas, y al principio cuesta bastante centrarlas, pero pillo otras dos que me dejan también a 1.800 m. Txus sigue como una moto hacia delante, aparentemente con altura de aterrizaje. ¡Es incombustible! No solo eso, cuando estoy casi sobre la vertical de Aoiz, veo que aunque se ha quedado bastante atrás, ya no está tan bajo y ha recuperado bastante altura. ¡Así se hace Txus! ¡A por todas!

Desde Aoiz, el GPS marca 4 Km a la baliza de Ekai. Definitivamente, está en el mismo valle. Dejo a mis espaldas el mamotreto de la presa de Itoiz, paso por encima del pueblo de Ekai, la segunda baliza, y enfilo hacia Pamplona, que ya se ve al fondo del valle. Veo a Txus aterrizado en unos campos segados antes de la segunda baliza. Después de lo que le he visto navegar me sorprende un poco, y también me apena.

¡Bueno, ya solamente quedo yo! Pero estoy perdiendo la cota de los 1.000 m. y todavía no he encontrado nada que girar. ¿La iré a cagar ahora? Como a un kilómetro y medio hay un cerro aislado, y un poco más adelante un basurero torrado por el sol. Es ahí o en ningún sitio. Enfilo al cerro con esa ridícula pose de tumbado que acabo de estrenar. ¡Qué vergüenza! Mis pantalones van hinchados como mangas de aire. Paso limpiamente por encima del cerro sin sentir ni el más mínimo movimiento en la vela. ¡Qué mal rollito! Sigo hasta el basurero, no muy convencido de que vaya a llegar de planeo. 700 m de altura. Veo las bolsas de basura más cerca de lo que me gustaría.

¡La vela cabecea! ¡Un cero! Me pongo a girar, pero en tres giros no consigo que el vario pite. ¡Hombre, no jodas! Qué cerquita esta el suelo. Veo un bote vacio que dice "FABADA ASTURIANA LITORAL". Pierdo el cero y entro en descendencia. Un par de vueltas más. Ya leo la letra pequeña: "consumir perferentemente antes de…". El giro no me deja seguir leyendo. Recupero el cero, y la ascendencia parece estar más en dirección a Pamplona, pero no me atrevo a salirme directamente hacia allí, por no perder mi querido cerito otra vez. Voy derivando poco a poco los giros en esa dirección y por fin el vario pita. ¡Uf! Pero todavía no echemos las campanas al vuelo. Con el rabillo del ojo veo unos bichos la mar de raros girando unos 50 m en dirección hacia Pamplona. Efectivamente es ahí. Ahora sí que me dejo llevar y el vario se queda en un +1 tranquilizador. Al rato estoy girando a +2 entre los pájaros, que creo que son aguiluchos cenizos (los que matan en los nidos las cosechadoras) y giran mucho más ágiles que los buitres. A partir de los 1.000 metros la térmica es una delicia: ancha, +3/+4, con algún regalo de +5, y sin ninguna complicación. Me lleva hasta 2.000 m. de altura, derivando muy poco desde el basurero.

El GPS ya marca 10 Km a gol. Sin viento en contra calculo una fineza de 7 u 8, así que con una altura de más de mil metros me da para llegar de planeo por los pelos. Debería trincar algo más.

Pero hacia Pamplona la cosa se va poniendo cada vez más fácil. Enseguida pillo otra térmica que me lleva hasta 2.100 m garantizando el planeo a gol. No hace falta estirar los planeos. Por allí cada vez hay más térmicas y por primera vez en el día me las empiezo a saltar sin girar. A un par de Km del gol de Sarriguren un pepino de +5 me devuelve al techo de 2.100 m. Ya tengo Pamplona a mis pies. No conozco ningún bar en Sarriguren, así que sigo hacia Mendillorri, en donde viven los Xinorris, en donde me espera una cerveza de litro en una jarra helada. Los ojos me hacen cririvitas solo de pensarlo.

Cruzo otra térmica. +1, +1, +2, +2, +2 (es anchísima, pero ya no quiero subir), +3, +3, +3, +3. ¡Coño es enorme! Cuando pita +4 ya no puedo aguantar y me pongo a girar. La cerveza tendrá que aguantar un rato. La térmica me devuelve a los 2.100 m, con una placidez absoluta. Desde esa altura se ve todo cerquita: la Ciudadela y un poco más allá el Perdón, San Cristo casi a los pies. ¿Qué hago? Me voy por encima de Pamplona hasta la ciudadela y allí caracoleo un rato. La visión del aeropuerto es inquietante y me hace salir de allí. Vuelvo a Mendillorri con más de 1.500 m y barreno sobre la cerveza que me espera con los brazos abiertos. 

Blancas 5 Agosto 2001. Íñigo Redín

Escrito el 5th agosto 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

Comentario 13ª manga Liga Norte

 El día pintaba muy bien. Las previsiones eran bastante buenas. Poco viento en altura, de oeste, perfecto, vaya.

Ya en el despegue, el día nos parecía extraño. Las nubes que a primera hora querían hacerse, no estaban por ningún sitio. No había ni una sola nube.
Se puso una prueba corta, previendo el posible norte o vientos fuertes. Sólo 29,4 km. Baliza en las antenas de Biescas (de Betés más bien) y gol directo en Larrés.

La prueba, a primera vista, era muy sencilla. Lo típico, ir a Collarada, pegarnos a la ladera de Betés y vuelta al gol. A poco techo que haya, esto está chupado…

Nadie tenía prisa por despegar. No había excesivo viento en el despegue. Y los veleros rascaban de lo lindo. Incluso estuvimos haciendo la ola a uno de ellos que pasó muy cerca del despegue (por debajo).

El primero en salir, sorprendentemente, fue Arizaga. Estaba por ahí, por la zona, sin trincar mucho. Y cuando trincaba algo, no era lo suficiente como para tirarse atrás. Luego empezaron a salir más pilotos: yo mismo, Félix, Miguel, Iñigo Egaña, etc…

Estábamos por la zona, sin mucho éxito, sin trincar nada decente. Félix, se fué más abajo de la punta Sayerri, y volvía rascando.
De repente oigo a Egaña: "Félix, ¿está bien?", miro abajo, y veo a Félix tirado en el suelo. Yo empecé a llamarle, pero no respondía. Empezaron a bajar los del despegue. Y Félix respondió: "oye, oye, que estoy jodido".

Aquí hay que agradecer la ayuda prestada por todo elmundo. Que se sepa que el rescate (en helicópetro) habría sido mucho más complicado si no hubiese estado tánta gente para ayudar.

Finalmente llegó el helicóptero y se llevó a Félix a Huesca.
No estamos muy seguros de cómo ocurrió la cosa. Una cosa sí que sabemos, si rascas, te arriesgas a algo así. Ya sabéis, de sobra, que el peligro está cuando más cerca nos encontramos del suelo. Le tocó a Félix, pero podríamos haber sido cualquiera de nosotros.

Siguiendo con la prueba, yo, tras aterrizar en el despegue y ver cómo estaba la cosa, volví a despega. Me planteé si valía la pena anular la prueba, y llegué a la conclusión de que no. Más que nada, porque lo de Félix había sido un accidente fortuíto, no achacable a las condiciones de la zona.

Trinqué a 2.800 en la zona de Blancas, y me tiré a Collarada, a la altura de Canfranc pueblo.
Ahí fué donde comenzó el festival. No sé si había algún tipo de cizalla o qué narices, pero, de repente, cuando estaba a unos 2.700 metros de altura, y navegando con normalidad (a unos 42 km/h, o sea, sin viento), entré en una térmica muy fuerte, un +7 creo que era. Intenté girarla y me escupió a freir espárragos. Seguí, y de nuevo otro pepinazo de esos. Esta vez esperé un poco a meterme dentro, y cuando estaba en ello empecé a cobrar como un idiota. La vela abajo, arriba, en todas partes. Y tras 150 metros, la cosa volvió a su sitio, aunque yo tenía las canillas chocando entre sí.
Seguí hacia Collarada, y tiré al Valle de Acumuer. Allí, junto con Chus, pillé un pepeino que nos puso a 3.000 y fuimos directamente a la baliza. No íbamos excesivamente rápido, a unos 50 km/h, pero era evidente que algo de viento sí que había. Antes de llegar a la baliza, vimos que estaba por ahí Beto, el argentino, que cuando nosotros llegábamos a la baliza, él se iba hacia el gol.

Tras hacer la baliza, había dos opciones, o seguir pegados a la pared en la que estábamos, que llevaba hasta el final del Valle de Acumuer, o ir directos hacia el gol, teniendo que entrar en el Valle de Acumuer por un lado. Escogí la segunda opción, y detrás de mí, Chus, Iñigo Egaña y el Buho, también.

Había que ir bien acelerado, pues el viento parecía totalmente en contra, y de una intensidad respetable. Veíamos a beto, cómo también andaba justo de velocidad para entrar en el valle. Yo iba en cabeza, con más de medio acelerador metido, intentando colarme en el valle, y de repente, ZAS, un buen viaje. Frontal, luego pérdida con twist… Enseguida la cosa volvió a su sitio, y seguí intentando pasar (más moral que el Osasuna en sus malos tiempos).

Cuando ví que la cosa era imposible, me dí la vuelta, y ví a los que me seguían, un poco más abajo y más atrás. Enfilé directamente al valle de Biescas, al valle de Tena. Por detrás, los tres que me seguían hicieron lo mismo, y fuimos a aterrizar a Orós alto.

Cuando estábamos en el aterrizaje comentamos que Arizaga estaría en el gol hacía unas 2 horas, seguro, riéndose de nosotros. Pero no, estaba un poco más abajo en el valle,pasándolas canutas con el ventarrón que hacía allí.

La manga la ganó Beto, que llegó al gol en solitario, seguido de Arizaga, y los cuatro que aterrizamos en Orós.
El día, a parte de lo de Félix, un poco extraño. Más viento del que se esperaba… Más tarde se empezaron a hacer unas hermosas lenticulares de norte por todas partes…

 

 

Íñigo Redín

 

Blancas 4 Agosto 2001. Íñigo Redín

Escrito el 4th agosto 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 12ª manga Liga Norte

Bueno, ¿por dónde empezar?.

Empezaré contando que la previsión no era muy buena para el sábado. Sin embargo, y tras el escarmiento de mangas anteriores, estaba claro desde un principio, que, como mínimo, subíamos al despegue.
El día amaneció con bastante mejor aspecto del esperado. Se hicieron las inscripciones, y, hala, "p'arriba".

Un poco tarde, pero todavía en buena hora en el despegue.
Se pudo una prueba con baliza en Gavín (cerca de Biescas) y gol en Hostal de Ipiés. En total 46,2 km. Con la idea de escapar del posible norte de la tarde.

Arizaga sale, como siempre, raudo y veloz. No se espera a trincar nada en el despegue, y directamente se tira al sotavento, por el famoso barranco bajo el despegue sur. No sabremos de él nada hasta un buen rato más tarde.

Tras él salí yo mismo. Después de estar un ratillo cerca del despegue, sin trincar nada, pero también sin pinchar, me fuí hacia el collado Sayerri. Ahí he trincado varias veces, los veleros suelen tirarse ahí como primer lugar para trincar en la zona, y, ¿por qué no me va a funcionar?.

Tras una pequeña hundida, de la que seguro se reían en el despegue, trinqué un buen pepino, que sin derivar demasiado me acercaba hacia la siguiente parte del vuelo: Collarada.
Collarada es ya un emblema en la zona, como lo puede ser el Turbón en Castejón. Lugar "obligado" de paso, para casi cualquier vuelo hacia el este, cuenta con unos apoyos enormes, ladera orientada a sur, y muchos metros hasta el suelo.

Sin embargo, este día no hacía falta acercarse a las paredes de Colarada, al menos no a mí. Fui algo más al sur, apoyándome en las nubes.
El resto de los pilotos se lo tomó con bastante tranquilidad.

No me acerqué en ingún momento a Collarada, ni a Telera. Enseguida llegué a las antenas de Biescas, y tiré a planeo hacia la baliza.

Y ya está, ahí el viento que había en contra me impidió seguir la carrera. Enseguida se reía de mí por la radio Arizaga, que había estado hundido en la miseria bajo Collarada, y tras media hora de agonía, salió del agujero. Tras él venían Félix, Atxega, Iñigo Egaña, Chus y Beto, que serían los pilotos que pasaron sobre mis narices.

Tras una dura pelea con el viento, y un buen rato después, Félix llegaba al gol, ganando la manga.
Tras él, Iñigo Arizaga besaba unos árboles a escasos 300 metros del gol. Luego quedarían Atxega, Beto, Chus e Iñigo Egaña.

 

Un día excepcional, teniendo en cuenta que no íbamos a volar (se suponía). Techos de hasta 3.200 y viento aceptable para volar, sin ser fuerte. Una manga bastante difícil, sobretodo en su tramo final.

 

 

 Íñigo Redín

Ribafrecha 1 Julio 2001. Íñigo Arizaga

Escrito el 1st julio 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 7ª manga Liga Norte

El domingo se pone una manga de balizas: Clavijo, detrás de la peña de San Turce, Nalda, Murillo, Ventas Blancas y gol en el aterrizaje oficial de Ribafrecha. 35 km en total.

La previsión es muy similar a la del sábado y los pilotos no tienen prisa en despegar. De hecho, la manga no se abre hasta las tres y media, y aún hay muchos pilotos que no despegan más tarde.

Yo creo recordar que despegué a eso de las cuatro y trinqué algo de altura (400 m sobre el despegue) junto con Igone, Iñigo Redín, Félix Azagra y Miguel de Bera.

En una de estas que estoy bastante alto me salgo fuera de la ladera, sobrevolando la famosa costilla para ver si hay algo, pero no encuentro nada. Cuando me vuelvo a la ladera más bajo, veo que mis cuatro compañeros se han lanzado en escuadrilla al valle para hacer la transición a San Turce, no sé si porque me han visto a mí, o por propia iniciativa. Yo tengo que volver a recuperar altura por narices. ¡Coño! ¡Se me van a escapar! Pero por lo menos, voy a tener la ventaja de ver cómo le va a cada uno de ellos, para seguir por donde más me convenga. No hay mal que por bien no venga.

Para ir a Clavijo, hay que rodear o pasar por encima la peña de San Turce, para lo cual hay dos opciones. Se va directamente hacia la peña, que queda sotaventada pero expuesta al sol y se intenta trincar para pasar al otro lado, o se pasa por encima de Ribafrecha para rodear completamente la peña y trincar en el lado de barlovento.

Iñigo Redín y Miguel optan por atacar directamente a la peña por el sotavento. Igone y Félix se bajan por la costilla a intentar trincar sobre los relieves que hay enfrente de la piscina. Yo ya he tomado algo de altura y me he abierto al valle. Me da un poco de remordimiento de conciencia, pero solamente me queda ver a quién le va mejor en la travesía para ir por allí. El panorama no es muy halagüeño. Iñigo y Miguel no pillan nada en el sotavento, aunque se les ve rascar como limacos. Finalmente intentan rodear la peña, pero ya no tienen altura. Miguel cae en la fuga e Iñigo tira la toalla y se baja para la piscina a aterrizar. Igone y Félix están más abiertos hacia Ribafrecha, girando, pero sin trincar mucho. ¡Pues vaya! Visto lo visto enfilo a la fuga de San Turce para intentar rodearla. ¡Puf! Voy todo el rato por una descendencia, y llego bajísimo al otro lado. Me pego a las piedras hasta que el vario pita una fracción de segundo. Pruebo de todo: pegarme a las rocas, abrirme un poco a buscar pompas. Nada parece servir del todo, pero poco a poco voy ganando unos pocos metros. Encima de una peña veo agitarse los arbustos. ¡Allí se suelta algo! Consigo centrar un +1 y empezar a girar. Al cabo de un rato estoy sobre la cruz girando un buen pepino y derivando hacia Clavijo.

La térmica me suelta a 1400m. Paso sin girar nada sobre la iglesia de Clavijo (baliza 1) y sigo recto hacia la sierra del otro lado, que me deberá llevar a Nalda. Supuestamente, este lado de la sierra se tiene que orientar al viento del oeste que se supone que está dominando, pero no me da esa impresión. Siento la ladera fugada y suben muy pocas térmicas. Sigo de planeo sin girar nada, porque el final de la sierra parece tener mejor aspecto. Llego hasta el otro lado con menos de 900 m y veo más adelante dos buitres girando un buen pepino muy cerca del suelo. ¡Ahí va ser! Un poco antes de llegar a los buitres encuentro un buen cebollón. Subo más rápido que los buitres, porque ellos están en un núcleo más débil, seguramente con la intención de subir a las buitreras que hay más al oeste. Mi térmica me sube por delante de las buitreras hasta 1500m. Estoy justo enfrente de la baliza de Nalda: esto es pan comido.

Planeo hasta la iglesia, la sobrevuelo muy alto, casi a 1300 m y me vuelvo enseguida a buscar mi ascensor particular. El caso es que no lo encuentro, y en lugar de ir a buscar otro, me encabrono y sigo dando vueltas esperando a que se dispare hasta que me quedo muy bajo sobre la sierra. Todavía tengo mucha altura sobre el valle, pero para salir me tengo que meter por un venturi que termina por llevarme al suelo cerca de unas canteras. ¡Qué mala leche! ¡Con el alturón que tenía sobre la segunda baliza!

Poco a poco van apareciendo algunas velas. Igone hace la baliza mucho más bajo que yo, pero se echa a la sierra más hacia el norte y se queda sobre una loma sin subir ni bajar cerca de una hora. Iñigo Gabiria hace la baliza y aterriza junto a mí. Más tarde aparecen Robert, Javi de Deba, Juan Carlos de Madrid y Luis Miguel, que hacen la baliza y caen allí mismo.

Igone, a fuerza de paciencia consigue salir del agujero. Finalmente trinca un buen pepino abriéndose un pelín al valle y vuelve al techo del día. Desde luego, por constancia, se lo merece. Veo cómo desaparece hacia la tercera baliza. ¡Adios, adios! Una vez allí, y tras haber completado 25 Km de la prueba, no podrá trincar y se verá obligada a aterrizar cuando queda lo más sencillo de la prueba. Pero nos ha dado un buen repaso al resto, haciendo más del doble de kilómetros que el segundo clasificado.

 

 

 

Íñigo Arizaga

Ribafrecha 30 Junio 2001.Íñigo Arizaga

Escrito el 30th junio 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 6ª manga Liga Norte

En primer lugar, habría que hacer algún comentario a la rappelada. Hay un detalle que se me escapo, por mirar los mapas previstos a todo correr. Miré los mapas previstos para el sábado y el domingo a mediodía, y en ambos aparecía un frente bastante amplio en el centro del Atlántico, y nada más. Con esto, yo interpreté que el frente permanecía estacionario y que toda la península iba a quedar fuera del rango de acción de los frentes, aunque ya me extrañó que el anticiclón de las Azores se desplazara hasta Bretaña sin que se moviera el frente.

Si hubiera puesto más atención o hubiera utilizado mapas más detallados, habría visto que en realidad durante todo el fin de semana estuvieron pasando frentes que venían del Atlántico y que prácticamente se deshacían al llegar a las costas Cantábricas. El paso de todos estos frentes deshechos fue el que trajo el viento norte y el mal tiempo a la costa durante todo el fin de semana.

¿En qué hubiera afectado esto a la previsión? Después de visto, todo el mundo es listo, pero en general, la previsión hubiera sido peor para Arangoiti y algo mejor para Ribafrecha. Me explico: con la facilidad que tiene el nortazo para entrar en Arangoiti, existían muchas posibilidades de no poder volar allí, lo cual aconsejaba mover la manga a Ribafrecha. Por otra parte, el norte no llegaría a saco hasta Ribafrecha, pero el paso de esos frentes podría añadir un poco de inestabilidad que podría contrarrestar en parte la existencia de las altas presiones y la penosa curva de estado prevista para todo el fin de semana.

Es decir, que la previsión buena habría aconsejado más aún el traslado de la prueba a Ribafrecha. Los que estuvisteis por allí podréis recordar el fohen de norte que podía verse hasta la sierra de Cantabria, y que no alcanzó la ladera de Zenzano. También pudisteis comprobar que los días fueron demasiado estables, con techos bastante rácanos para la zona y que no alcanzaron el punto máximo hasta las seis de la tarde o incluso más tarde, con un régimen de brisas ya perfectamente establecido. También podréis recordar el "agujero negro" en el que se convirtió el valle de la segunda baliza del domingo, del que solamente Igone llegó a escapar. Perder altura fue sinónimo de cagarla durante todo el fin de semana.

Aunque la decisión de mover la prueba a Ribafrecha fue la correcta, pido disculpas a todo el mundo por no haber prestado un poco más de atención a los mapas de isobaras o no haber utilizado mapas más detallados. Pero al mismo tiempo quiero recordar que las previsiones no son más que eso, previsiones, y a veces fallan. En Arangoiti, parece que el sábado no entró el norte y las alas se dieron unos vuelazos de cortar. Visto el norte que andaba en Pamplona y en Campezo, parece milagroso que esto haya sido así, pero a veces pasa. En cuanto a esto solamente tengo que decir que espero que las predicciones nos sirvan para tomar la decisión de ir a los sitios en los que más probabilidades de volar haya, de forma que a la larga volemos más. Pero no vamos a acertar siempre.

Y aquí va la crónica de los vuelos.

Hubo 44 inscritos en la prueba, aunque hubo algún volador más que no se apuntó y voló por libre.

El sábado el viento estaba muy flojo, y aunque a lo lejos se veía el fohen del nortazo, no había previsión de que éste pudiera entrar a Zenzano, al menos hasta muy tarde. En esas condiciones se optó por una prueba de distancia libre "hacia el este", para no dificultar en exceso las recogidas.

Desde el principio se vio que los techos no iban a ser como para echar cohetes, y personalmente pensaba que ese día el valle debía de ser un sumidero dispuesto a abducir a todo el que se aventurase por él. Con este panorama, muchos pilotos optaron por no tomarse prisas en despegar, mientras que Miguel de Bera, el más tempranero en despegar, nos deleitaba a todos con su particular exhibición de acrobacia.

Una vez todos en el aire, vimos que la cosa no daba para más. Un despiste o no encontrar la térmica que habías ido a buscar te podía costar tranquilamente la pinchada y unos buenos sufrimientos para recuperar la altura del despegue. La mayoría de los pilotos nos marchamos en busca de lo desconocido con no más de 200 o 300 metros de altura sobre el despegue. Convencido de que la sierra tenía que funcionar más que el llano, yo me eché lo más atrás que pude, apuntando directamente hacia Jubera, pasando por encima de la meseta que hay sobre Ventas Blancas, y que tiene unas antenas.

Por allí ya empezó la debacle, y algunos pilotos que iban por el llano y otros que iban por la sierra terminaron por pinchar. Sobre esta meseta, estuve girando una térmica bastante floja con Iñigo Redín, que se marchó hacia delante antes que yo. Yo, que soy un cobarde, tenía más miedo a pinchar que otra cosa, así que estuve girando un poco más antes de echarme a Jubera.

Y Jubera sí que me da yu-yu. Pese a ser un sitio lleno de laderas soleadas, sotaventos, mogotes de piedra (¡el mismo cerro del Castillo parece fantástico!) en los que buscar térmicas, la única vez que había volado allí antes me fui irremediablemente al suelo después de peregrinar por todos esos lugares. Y estando el día tan flojo como está… ¡Brrrr! Me da pánico abandonar la meseta. El vario se queda en un cero y me agarro a él como a un clavo ardiendo. +0,5, -0,5. Mantengo la altura y voy derivando un poco hacia el este. ¡Huy, qué mal rollito! Aguanto un buen rato por allí, mientras Iñigo Redín se va sin mucha altura en busca de Mikel, Atxega, Andoni Ruiz de Azua y Félix Azagra, que van por delante. Bastante más bajos que yo llegan Román y Larri. Por detrás viene Iván Colás.

Voy derivando el cero hacia los puntos en los que parece convertirse en una ascendencia. Después de 500 vueltas consigo centrar un +2, que me permite subir hasta 1.200 sobre Jubera. ¡Buf! ¡Qué flojera! Me lanzo hacia la ladera arbolada en la que están los molinos de viento. Encuentro un poco de viento en contra, así que acelero, pese a llevar los trims sueltos. En las estribaciones de la sierra busco y busco hasta que encuentro otro cero, al que me agarro como a otro clavo ardiendo. Larri y Román han pinchado. Iñigo ha desaparecido de mi vista bajísimo (también ha debido de pinchar) e Iván llega con altura de aterrizaje.

Al igual que antes, tengo que dar 5.000 giros hasta que consigo centrar un +1, que a ratos es un +2. Sube muy tumbado por la ladera y me lleva por detrás de los molinos, hasta el cordal más alto de la sierra. Desde allí tengo a tiro de planeo al grupo de cabeza, que está girando más bajo que yo al final de la sierra. Más allá está la nada. El llano de Arnedo, que a la flojedad del día añade su proverbial condición de agujero miserable. De ahí no pasamos ni de coña. El vuelo se acaba de forma irremisible. ¿O no? ¡Ehm! En realidad, al otro lado de la sierra, cruzando sobre Arnedillo está todo el cordal que sigue hacia Peña Isasa. Está a un planeo, y eso me permitiría salvar el agujero de Arnedo. El único inconveniente es que hay que saltar al sotavento de la sierra, al agujero inmundo de Arnedillo, y no tengo casi altura. ¡Bah! Desde luego, este sotavento tiene mejor aspecto que el del Telera. ¡Vamos, que mucho mejor! Aunque no te creas, los molinos están girando con un garbo que… ¡Qué cojones! ¡Hemos venido a jugar! Me dejo derivar por la térmica hasta le sotavento, y cuando me suelta enfilo directamente al otro lado, con muy poca altura sobre la cresta. Comienza la cuenta atrás: 10, 9, 8… No llego al 7 y el primer plegadón me dice que no lo voy a pasar muy bien. ¡Mierda! Calo un poquillo los trims, por si aca.

A partir de ahí, el sotavento me trata fatal. Peor de lo que cabía esperar en un día como este. Muchos rotores, grandes y prolongadas descendencias y unos meneos de no te menees, valga la rebuznancia. Llego sobre el río totalmente maltrecho, con muy poca altura. Pese a ello lo intento, y me voy a la ladera del otro lado en busca de mi salvación. El vario pita ¡hoy la voy a liar!, pero el valle es muy estrecho, se junta el norte del sotavento con la brisa que viene del oeste y con la altura que llevo aquello es un infierno. Estoy un buen rato bregando y cobrando hasta que en una racha especialmente intensa del norte termina por llevarme hasta el suelo. ¡Mierda, por qué poco! He perdido la apuesta.

Mikel, Atxega y Andoni aterrizan en Bergasa, a pocos kilómetros de Arnedo. Yo he hecho tres kilómetros menos que ellos, pero he tenido una buena oportunidad.

Bastante más tarde, aparecerá Oscar el argentino, que ha abandonado la ladera de Zenzano en último lugar, y aprovechando los mejores techos a esa hora llegará hasta Arnedo, ganando la manga.

Por la noche, la consabida parrillada en la finca de Robert. Ya sabéis de qué va la historia: chorizos, costilla, careta y vino a raudales. Acampada libre en la misma finca y una juerga de narices.

 Íñigo Arizaga