Echo 23 Junio 2001. Arizaga, Redín & Txutxo

Escrito el 23rd junio 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentarios 5ª manga Liga Norte

1ª parte, Echo-Peña Telera, por Iñigo Arizaga

2ª parte, Peña Telera-Taüll, por Íñigo Redín

La confesión de Txutxo

 

De Echo a Peña Telera.  Iñigo Arizaga

El sábado amanece lloviznando en Eibar, cosa que no me preocupa demasiado, porque deben de ser los efectos del frente anunciado, y que pienso que no alcanzará el Pirineo. Ya en Echo, se ven algunos cúmulos tempraneros que a más de uno le hacen pensar que no vamos a volar. Yo sigo manteniendo la fe en la rappelada: no es más que mierda que se está deshaciendo.

Efectivamente, para cuando entre lamentos alcanzamos la cima del Ramirez el cielo está totalmente despejado. Pero es la una y media del mediodía, y ya debería haber cúmulos. Aunque no se ve a los buitres obtener grandes triunfos, estoy convencido de que el día dista mucho de estar estable. Pienso que el techo debe de estar muy alto, pero ni de lejos hubiera esperado los 4.500 m. que alcanzó Iñigo Redín.

Las dudas se disipan en cuanto despegamos. Todo está lleno de pepinos, pero lo que más llama mi atención es ver la preciosa cubierta de cúmulos que se cierne bien por encima de las cimas más altas de Pirineos, y que no se alcanzaba a ver desde el despegue. Se gana altura muy fácil, aunque también se cobra bastante. Es algo que no me preocupa demasiado mientras haya altura, y hoy la hay. ¡Banzai! Tomo en un suspiro 2.700 (la altitud del Bisaurin) y ni siquiera apuro la térmica hasta el final. Suelto los trimmers, y con altura de sobra me echo hacia La Cuta. Avanzo a 55-60 por hora de media: como estaba previsto, hace viento del oeste. El día se presenta interesante.

Sobre la cima de La Cuta, otro pepino me catapulta a 3.200, derivándome directamente hacia la cima del Bisaurin. No me dejo. Tampoco apuro esta térmica y me largo directamente hacia el Aspe, enchufado. Por detrás, veo que Iñigo Redín e Iván también se van escapando del despegue, aunque se entretienen en tomar más altura que yo en las térmicas.

Giro muy pocas cosas, porque no hace falta más para sobrevolar todo el macizo del Aspe, y las fotos salen más guapas desde aquí. Afortunadamente, Zarbo me ha dejado una cámara de fotos (gracias Zarbo, las fotos son a medias). Las condiciones siguen estando bastante violentas, así que cada foto me viene a costar una o dos plegadas de promedio. Me da igual. Estoy emocionado. La vista es espectacular. Tengo ganas de gritar cualquier cosa y voy cantando.

Detrás de Blancas hay bastante viento. Demasiado, en realidad. No me fío mucho, así que decido esperar un poquillo a que llegue alguien para intentarlo entre varios. Veo que no mucha gente sale de Lizara, y espero hasta que llegan Iñigo Redín y un amigo de Bati, que vuela con una Advance. Tanto esperar para cagarla. Los dos trincan antes que yo y se largan para Collarada, dejándome a mí girando unas térmicas guarrísimas y tumbadas por debajo del despegue de Blancas. ¡Vaya mierda! Aquí no voy a hacer carrera, así que me abro hacia el valle, hasta el último mogote que hay sobre el cordal que baja desde Blancas al valle de Villanúa. Tengo muy poca altura, pero lo último que pienso es en pinchar. Finalmente encuentro una térmica fenomenal, que me da mucha altura mientras me deriva por mitad del valle hacia el Collarada.

Lo del otro lado lo tengo más claro. Más adelante de una ladera rocosa hay un gran pinar con una preciosa calva en medio, desde luego, hecha pensando en los parapentistas. Las dos veces que he volado aquí anteriormente, la térmica que desprende esta campa me ha permitido pasar el collado hacia el valle de Acumuer. Así que paso por encima de mis dos colegas de vuelo y sigo sin pararme. Como hace mucho viento del oeste, pienso que tendré que pasarme de largo bastante para poder encontrar la ascendencia de la campa. Cuando ya pienso que esta vez me voy a quedar tirado, entro en el cebollón. ¡Pues sí que debe de hacer viento para que la térmica esté tan tumbada! Pero está buenísima. Sube muy plácida para como está el día. Lo que son las cosas, las otras veces ésta era la térmica más guarra del trayecto y hoy es la más dulce.

Al rato llega Iñigo Redín y giramos los dos en la misma térmica, hasta que Iñigo se larga hacia el valle de Acumuer sin apurarla hasta el final. A mí el tal valle me da un poco de yu-yu, así que me quedo a coger un poco más de altura, y al rato también me largo. El de la Advance se abre mucho hacia el valle, y se va por las crestas herbosas que bajan hacia Biescas, pero yo sigo viendo claro que el meollo está debajo de todos los cúmulos que hay sobre las cimas más altas de los Pirineos. Por la zona de Fiscal se está haciendo una buena tormenta, con un yunque de los de libro (creo que aparecerá en las fotos, si es que salen bien), aunque finalmente la falta de embolsamientos de aire frío en altura se hará valer y la tormenta se deshará sin descargar.

Vuelo más feliz que unas pascuas por encima del Telera y las cumbres aledañas, que están llenas de gente. Les saludo, les hago fotos y abro las plegadas, por ese orden. Mientras tanto, Iñigo se ha puesto altísimo, y pienso que debe de estar a unos 4.000 metros. Llega Txutxo, y le grito alguna barbaridad relacionada con La Legión. Giramos sobre una cima y Txutxo se va hacia el extremo del macizo, sobre el congosto que da paso a Sierra Tendenera. Yo tomo más altura para asegurar la transición sin problemas y me voy también al extremo del macizo. Allí hay viento, y pese a que estoy muy por encima de la cresta, cuando la térmica sacude fuerte llego a volar hacia atrás. Miro el sotavento, que tiene un aspecto fiero, y pienso que tiene que ser un auténtico marrón verse arrastrado a él, así que me abro un poco hacia el sur. Tengo suerte: allí el viento está menos acelerado y trinco un pepino de +5 que promete llevarme a la base del cúmulo. Ya estoy a unos 3.300 m, con más altura que Peña Tendenera al otro lado, pero decido quedarme a tomar un poco más.

En uno de los giros veo a Txutxo, que debe de estar uno 500 m. por debajo de mí, con una pequeña autorrotación debido a una plegada asimétrica. No parece grave y no le doy ninguna importancia, pero cuando salgo del siguiente giro veo que está en una barrena plana perfecta, igualita a las que hace Raúl Rodríguez. Pero la diferencia es que Raúl Rodríguez controla perfectamente la maniobra, mientras que el resto de los mortales con esa maniobra nos entwistamos hasta la nuez.

Ahora sí me preocupo. Apuro el siguiente giro para no perderme ni un detalle. Cuando salgo de él, el lado en negativo se ha plegado y está con una gran corbata. Esto lanza a Txutxo a una barrena salvaje, de las que no hace ni Raúl. Pienso: ¡Mete la vela en pérdida, Txutxo! ¡Mete una pérdida! Da dos vueltas más. El giro se acelera aún más: eso ya es un paracas. ¡Echalo, tío! ¡Echa el paracas de una puta vez! Tres, cuatro, cinco vueltas: angustiado, me doy cuenta de que Txutxo ya no va a echar el paracas. El corazón se me encoge. Pienso que la fuerza centrífuga ha debido dejarle sin sentido, aunque luego me dirá que simplemente ¡no encontraba el asa del emergencia!

Con total sensación de impotencia veo como Txutxo sigue dando un número interminable de vueltas, mientras con la vista busco algún sitio en donde pueda aterrizar para ayudarle. Veo una meseta rocosa que desde esa altura se ve bastante plana, aunque tendré que inventar algo para aterrizar con ese viento.

Pero Txutxo sigue cayendo. Absolutamente desolado, veo cómo el viento lo arrastra al sotavento del Telera, sin que pare de girar. ¿Qué hago? Ir a Biescas desde allí no es una buena idea. Seguramente no llegaría. Además, tengo que ver exactamente dónde cae Txutxo para poder comunicar el punto preciso al grupo de rescate. No hay más huevos. Hago de tripas corazón, calo los trimmers hasta las dos terceras partes, me encomiendo a Santa Rita, doy media vuelta y enfilo el sotavento. Txutxo aún sigue girando al otro lado y cuando se estrella contra la pared yo todavía estoy subiendo. La vela se detiene en mitad del barranco, después de arrastrarse un rato. ¡Joder! Tomo referencias visibles: la cresta sobre el canal, y un nevero característico justo debajo del parapente, que se ha detenido a 2.200 m. de altura. Ha entrado girando de tal forma y ha golpeado en tal lugar que, aunque cueste decirlo, no me queda la menor duda (ni la más mínima) de que Txutxo se ha matado.

Como era de esperar, la ascendencia me suelta: Iñigo Arizaga, ¡aaa jugar! No voy a perder el tiempo describiendo el sotavento, porque carece de interés en esta historia. Simplemente diré que por fin encontré sentido a las palabras de Iñigo (el insumiso de Oñate), que después de verse arrastrado al sotavento de Udalaitz un día de viento fuerte me contaba ¡Joé, tío! ¡Es igual que el puenting!

Confieso que no tengo huevos de aterrizar en el pueblo que está más cerca de la pared, así que sigo hasta el siguiente. Un poco antes encuentro una descendencia de -7/-8 más que aceptable para el historial que llevo, así que me quedo dentro hasta que consigo aterrizar en Tramacastilla, peleando con la fuerte brisa que entra por el congosto. Dejo todos los trastos en el suelo y corro hasta el bar del pueblo, desde donde llamo a la Guarda Civil de Biescas, y les doy la referencia exacta del lugar donde ha caído Txutxo. También les doy el número de mi móvil para que me llamen en caso de que necesiten más detalles o si quieren que les acompañe en el helicóptero.

A los diez minutos recibo una llamada del grupo de rescate de montaña para pedirme más datos. Me dicen que "Jesús" ha llamado desde su propio móvil para dar parte del accidente que ha sufrido. No me lo puedo creer: ¡está vivo! Creo que no soy un tipo de lágrima fácil, pero confieso que en ese momento me saltaron unas bien gordas. Estoy dando brincos en mitad del bar con el móvil pegado a la oreja. Me calmo un poco y le llamo de inmediato a Txutxo. ¡Y me coge el teléfono! Procuro tranquilizarle y le digo que todo está en marcha y que no se preocupe. Le pregunto qué tal está y me dice que todo lleno de golpes, que a lo mejor tiene algún hueso roto, pero que en general está bien. ¡No me lo puedo creer!

El helicóptero está en otro rescate y tarda unas dos horas y media en llegar. Mientras tanto, llamo de vez en cuando a Txutxo para darle ánimos (sin abusar para no agotar las baterías) y también le aviso a Paco, para que vigile un poco que todo el rescate vaya bien. De vez en cuando les doy la paliza al cuartel de Biescas. ¡No puedo estar tanto tiempo sin hacer nada!

Cuando por fin llega el helicóptero, no tardan ni cinco minutos en sacar a Txutxo de la pared, y lo llevan a Panticosa. En ese mismo momento llega Paco en coche y nos vamos a recoger a Txutxo. Y allí nos lo encontramos, enterito, un poquillo ido pero sonriente, con el casco reventado entre las manos y lamentándose de forma sonora cada vez que intento abrazarlo un poquillo o darle unas palmaditas. Txutxo me llama cariñosamente el Legionario desde que eché el paracas en Castejón. ¡Tú si que eres legionario Txutxo! ¡Te echas por los precipicios y ni siquiera te molestas en abrir el paracas!.

Desde allí vuelta a Echo por Jaca. Por el camino nos enteramos que Iñigo Redín se ha ido ¡hasta el valle de Boí, nada menos! ¡Es increíble! 135 Km con techos de 4.500, la distancia mayor que se ha hecho sobre el eje central de los Pirineos. Esa es otra historia, en la que me hubiera gustado tener la oportunidad de participar.

Me tocará hacerle la recogida desde Castejón de Sos. A las cuatro de la madrugada, 12 horas más tarde de aterrizar en Tramacastilla para dar parte del accidente de Txutxo, tiendo el saco junto al despegue de Planatelún y me desplomo. He tenido tardes mejores. Pero predomina la alegría del vuelo conseguido por Iñigo Redín, y sobre todo, el milagro de tener a Txutxo entre nosotros.

 

De Peña Telera a Taüll Por Iñigo Redín

Bueno, ahora me toca a mí.

La primera parte ya queda muy bien comentada por Arizaga, por lo que yo seguiré en donde él lo ha dejado, o sea, en Peña Telera.

Yo, en Telera conseguí un techo bien majo, 3800 metros, que me fue más que suficiente para pasarme a Sierra Tendenera sin ningún apuro.
Bueno, ya estaba en Tendenera, hasta aquí ya conocía las zonas del vuelo, y ahora, ¿qué?
Pues estaba claro, lo primero, trincar, después pensar.
Enseguida trinqué un pepinazo (creo que era un +6) que me puso a 4350 metros de altura. La leche, vaya alturón. Desde luego, cierta seguridad sí que me daba.
Ahora habrá que ir a Ordesa, y Monte Perdido, tierras sin ley (bueno, creo que sí hay una que prohibe volar por ahí, pero me parece que sólo prohibe despegar, ¿o no?).
Llegué a las inmediaciones de la Sierra de las Cutas con una altura que me daba bastante margen para equivocarme, unos 2.600 metros.

Aquí tocaba tomar una decisión, ¿por qué lado de Ordesa me voy?, al sur, por el Barranco de Ordesa, al sur de Monte Perdido, ¿quizás más al sur?. Yo esta zona no la conocía, ni tenía ni idea de dónde hay carreteras.
Tomé la decisión de pegarme a la cara sur de las paredes del Barranco de Ordesa. Enseguida empecé a trincar. Otro pepinazo, hasta la nube, a 4.400 metros. Esta nube era un lujo, yo iba con ella, en sus barbas, ¿o es ella la que va conmigo?. El caso es que durante unos minutos, no perdía altura, incluso la ganaba a veces, llendo con la nube, casi viento en cola.
A mi izquierda, debajo, el Monte Perdido, todo bien nevado. Debajo de mí, los barrancos de Añisclo.

Y fui directo a la siguiente zona que me resultaba conocida, aunque fuese por puro dominguerismo, pero conocida al fin y al cabo. Al valle de Pineta.
Vaya gritos pegué. Ya tenía una carretera debajo, había atravesado lo que me resultaba más peliagudo en todo el vuelo, y llegaba a tierras conocidas. Estaba exultante.
Me crucé todo el valle de Pineta en escasos 15 minutos, a unos 55 km/h de media en este planeo.
Fue increíble. En algún momento llegué a parecerme a Piqué con tanto meneo de cabeza a un lado y otro, admirando el paisaje.
La de veces que me he dicho, estando en el valle de Pineta, en el Parador nacional: "¿algún día pasaremos por ahí arriba?". Pues mira por dónde.
Bueno, hasta aquí ya tenía gran parte del vuelo hecha.

Había llegado a Bielsa. Llevaba ya unos 80 km. Pero habíamos quedado que el mínimo para la competición era llegar a Castejón de Sos, ¿no?, pues a ello.
Bueno, en Bielsa se veía muy bien el Cotiella, y a su izquierda y el collado de Sahún, mi siguiente meta.
Nada más pasar Bielsa, me pegué a las paredes que hay al norte del pueblo, la Punta Suelza, que tiene 2900 metros. Enseguida comencé a trincar algo, hasta 3.200. Yo, que soy muy listillo, y ya me había acostumbrado a los +6 y +7, ví que justo delante, si iba contra el viento, se estaba haciendo una hermosa nube, en la quinta puñeta (el techo). Y tuve la estupenda idea de ir a por ella, dejando el cómodo +2 en el que estaba.. Por supuesto, fue una cagada. Iba a por la nube, estaba debajo, y nada, que no subía. No esperé mucho para mandarla a freir espárragos, y volví hacia atrás, viento en cola, a por mi fabuloso y suculento +2. Por supuesto, éste ya no estaba.
Aquí tenía dos opciones, o pegarme más a las montañas, a ver si salía algo, o seguir hacia el fondo del valle, en dirección a Plan y Gistain. Tomé la 2ª opción.
Resulta que de Bielsa sale un valle, al este, que llega hasta unos 2000 metros. Arriba es casi llano, y todo muy verde. Pues justo ahí, a 2000 metros, es donde más cerca estuve de cagarla.
Se notaba más viento que en otros sitios, y eso tampoco es que me animase mucho.
Pensé: "mecagüen Sos, esto tiene que tirar por cojones", y de repente, apareción un cerito por ahí. Me agarré a él, casi girando con los ojos cerrados, supongo que para que nada me distrajera. En cada giro subía media vuelta y bajaba otra media, pero la que subía, con la deriva me compensaba.
Finalmente, con unos 2.500 metros, me tiré a las paredes que están sobre Plan, al Noreste, más concretamente.

En esas paredes, cogí una térmica que me llevó directamente a los ibones de Posets, aunque derivaba demasuiado al norte para mis propósitos. En cuanto tuve altura (3.000) me tiré a las crestas más próximas al collado de Sahún, justo al oeste del Box.
Ahí, mientras estaba rascando en lo alto del monte, un buitre me llamó y me dijo que saliese 100 metros de las crestas, que ahí me esperaba un +5 hasta la nube, a 4000 y pico. Y, jodé, si te lo ponen así, pues vas, ¿no?, y fui.
Nada,. Crucé el tan terrible collado derivando ese pepino, hasta la nube. Respiré hondo, 4 gritos más, y a seguir, que desde aquí ya me lo conozco todo.
Claro, llegué al despegue de Piedras Blancas con unos 2.700 metros. ¿Y qué voy a hacer?, ¿bajar?, ni de coña.

Ya llevo 107 km. Vaya pasada. Tánto reirnos con lo de llegar a Castejón, como mínimo, y va, y llego. Tiene "güebos" la cosa.

Vaya planeo me dí de Sahún hacia Piedras Blancas.
Tenía a vista (o sea, muy cerca, porque no tengo precisamente una vista de lince), Vilaller.
Y seguí planeando, cayendo a 0,5 m/s, con la "resti" del valle de Castejón. Aún giré algún unillo. Entonces recordé que en Bohí había concentración de parapente. Y Bohí está en el siguiente valle a Vilaller. Pues nada, habrá que llegar como sea, y darles en los morros a los catalanes.
Me pegué a las paredes encima de Vilaller, llegué bastante alto, a unos 2.000 metros, y trinqué otra térmica, que con la deriva me puso a 3.000, y sin miedo de sotaventos, para pasarme al siguiente valle.
Bueno, ya he llegado a donde quería, a enlazar 2 concentraciones de parapente.
– Pero, jodé, aquí no se ve ni un parapente, ¡qué raro!. 
– Para, para, que ahí abajo hay uno aterrizando. 
– ¿Pero dónde están los demás?. 
Otra vez me disloqué el cuello al estilo Piqué, pero no ví a nadie más volando.
– Bueno, pues nada, iré a aterrizar a Taüll, que igual tienen ahí la cena de la concentración.

No había manera de bajar. Cuando estaba con orejas, para ver si perdía algo de altura, otra térmica. No tuve más remedio que girarla, hasta 2500 y pico. Y pensé que de nuevo tendría que seguir el vuelo. Eran las 19:20. Enfilé hacia el sur, para ir hacia Sort, pero ahora avanzaba a 10 km/h. Por lo que dí el vuelo por terminado. 
Yo lo daba por terminado, pero se ve que el parapente quería seguir, porque ahí no había forma de bajar. Tuve que barrenar para perder altura.Y aterricé en Taüll, en una campa que hay frente a la iglesia de San Climent.
Esperaba que apareciese algún parapentista, pero nada…
Nada más aterrizar, lo primero que hice es llamar a Quim, que suponía que estaba en la concentración, pero…. LA CONCENTRACIÓN ERA LA SEMANA SIGUIENTE.
Una típica cagadica de las mías.

Después avisé a los de Echo, y me contaron la movida de Chucho, que ya habéis leído en la crónica de Iñigo. Esto me desanimó bastante, aunque enseguida hablé con él, y me tranquilicé.

Las cifras: Despegué a las 14:08 y aterricé a las 19:42.Fueron 5 horas y media de vuelo. La última media hora, perdida tontamente en esa zona sin hacer nada. En total 133 km, a una media de 24 km/h. El techo grabado en el gps, 4404 m. La altura mínima: 1467 m, la del aterrizaje.

El resto ya es historia, la recogida, llegar a Echo a eso de las 4 de la mañana, etc…

Por supuesto, agradeceré la afortunada intervención de Iñigo Arizaga, que ese día se convirtió en uno de los "rescatadores". Fue a por Chucho, vino a por mí, etc… Sölo 3 horas y media de coche, después de volver de la recogida de Chucho.
Fernando se vino a buscarme desde Castejón, para que Iñigo no tuviese tanto trozo, también se lo agradezco.


En cuanto a la competición, la cosa fue regular, ya que muchos pilotos pincharon en la zona del despegue, pocos pasaron más allá de Blancas, y encima, con lo del accidente, me quedé más solo que la una. Sino, seguro que los tres hubiésemos hecho el vuelo, y puede que hasta más.

Pues nada, por ahí tenéis el track para echarle un vistazo También están las previsiones que teníamos para ese día, y que Rappel Arizaga tan bien supo interpretar…

 

Carta de confesión Por Txutxo

 

¡Vale tíos!. No puedo soportarlo más. Nadie se cree que esté vivo después de lo descrito por el Legionario. Y por esa razón quiero confesaros que todo el vuelo estaba controladoHa sido un fraude. Lo reconozco. ¡ Jopeta ¡.

Todo empezó cuando alguien dijo lo de que la subida duraba unos 20 minutos. ¡Coño con la subidita!. Me costó 45 minutos de gran esfuerzo, sudor y una quemada por el sol, que me dejó la marca de la mochila en la espalda. Lo mío fue una tontería viendo el sufrimiento de otros a los que les pesaban las longanizas y el vinillo de muchas fiestas. Todavía me acuerdo de la singular sonrisa con la que subió Robert (el de Logroño) los últimos metros de ascensión. Pobrecico.

Después de esto pensé que el lunes no iba a estar en condiciones para dar el callo en el curro. Entonces me vino la gran idea: hago como que me la doy y me cojo la baja hasta San Fermín. De p…. Madre. A partir de aquí todo controlado.

Bueno. Pensé que si me la daba nada más despegar y arborizaba, nadie se creería lo de las contusiones. La recogida sería muy fácil y no podría darme un paseo en helicóptero. Y además fastidiaría la prueba. Con lo cual despegué y me dije que buscaría el lugar idóneo para el acontecimiento después de disfrutar de las condiciones del día y del lugar tan maravilloso que es.

El plan no resultaría si no tenía a alguien que me apoyara en mi versión. Me vino a la cabeza un nombre fácil de sobornar, el legionario ( llamo cariñosamente por ese nombre a Íñigo Arizaga). Quedamos en que me esperaría en el bar de Tramacastilla tomando gratis toda la cerveza que quisiera, porque ése era el pago por sus declaraciones. Por cierto, la próxima vez no bebas tanto porque luego exageras las cosas demasiado y la gente se asusta.

Arreglado el asuntillo legal, tenía pista libre para hacérmelo como quisiera.
Por fin, después de pasar Collarada y de haber volado tan "agusto", divisé el sitio perfecto. Una cornisa en Peña Telera y a sotavento, por lo de la cobertura del móvil claro. Panticosa estaba a tiro.

Cuando iba a bajar tranquilamente hacia la cornisa y aterrizar, me percibí de que había otro parapentista cerca. Con lo cual no podía ir a sotavento sin más ni más como hago normalmente. Así que saqué la calculadora y empecé a barrenar. Caía a -5 y me parecía una barbaridad para realizar mis cálculos y la rebajé a -4. Teniendo controlada la velocidad de caída, altitud y velocidad del viento, con respecto a la posición de la pared de Telera y altitud de su vértice, concreté que tenía que dar 58 vueltas para pasar a sotavento de Telera y desaparecer de la vista de ningún compañero de vuelos. A todo esto Íñig (llamo cariñosamente a Íñigo Redin) no se enteraba de nada porque el tío iba fuscao hacia Castejon de Sos o más.(¡ENORABUENA CAPULLO!).
Cuando ya perdí de vista a todos, me relajé y frené la frenética barrena a la que me había sometido para el engaño. Valla mareo estúpido de los cojo…. Todo controlado para aterrizar en apenas 10m cuadrados de cornisa. Sin ningún problema. Todo el mundo puede hacerlo ¡córcholis!.

Ya aterrizado, me quité el arnés y con parapente y todo lo tiré por un pequeño desfiladero (ya lo recogeré otro día, cuando esté de vacaciones). Mi plan entonces era contactar con la Guardia Civil, dar mi posición y rescate resuelto, como si nada.
Pero no acaba la historia. Tuve que golpearme con un palo para magullarme un poquito y fingir una caída. Cuando ya oía al helicóptero a lo lejos me di cuenta que el casco estaba intacto y que no se lo iban a creer. Pues bien. Cogí el casco y le pegué tal golpe contra una roca que se me fue de las manos y salió despedido barranco abajo. Tuve que bajar rápidamente a por él y volver a subir todo en cinco minutos. Entonces me di cuenta lo peligroso que es escalar. Por favor, no hagáis escalada, es muy peligroso y os podéis hacer mucho daño.¡De verdad!.
A todo esto, el legionario se estaba cogiendo una cogorza de mucho preocupar.
A mi plan le faltaba la puntilla, ser recogido finalmente por el helicóptero. Que gozada oye. Me dejaron pilotarlo y todo, desde el primer momento nos hicimos amigos y me dejó ir a rescatar a un montañero que también quería cogerse la baja. Fue por esa razón por la que tardé tanto en llegar a Panticosa.
Ya reunido con Arizaga (para que no se quede con el mote), me di cuenta que no estaba todo controlado. ¡CÓMO ME PUSIERON LOS PUTOS MOSQUITOS!.
Después de mi confesión, solo deciros que esto sólo puede hacerlo alguien cualificado como yo. Cualquiera no aterriza en un sotavento, y menos en 10 m cuadrados y nadie ha hecho una barrena tan larga como yo. Así pues no lo intentéis.
¡TODOS A TRABAJAR COJONES!
AAAAAGUR.

 

Arangoiti 27 Mayo 2001.Iñigo Arizaga

Escrito el 27th mayo 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 2ª manga Liga Norte

El domingo pintaba mucho mejor desde la mañana, porque había mucho menos viento que el día anterior, de acuerdo con las previsiones, que incluso decían que podía entrar un ligero sur.

Esta vez subimos directamente al despegue sur. A la hora que subimos estaba un poco cañerete, pero volable. No me preguntéis por qué, pero en años anteriores ya hemos aprendido que en este despegue el viento, en vez de subir, tiende a quedarse más flojo al mediodía. Tal vez cuando el sol calienta más, la térmica se pone más pepino y se desprende vertical más adelante del despegue. Yo qué sé.

El caso es que al rato ya estaba buenísimo. Era el día perfecto para poner el gol en Biescas, pero siendo domingo, y estando el mogollón que estamos… No hay que olvidar que no tenemos recogidas organizadas.

Finalmente, se opta por poner una prueba de ida y vuelta a Majones. Se pone una baliza adicional en Bigüezal, para obligar la vuelta por la sierra de Illón, y de esta forma hacer un triángulo. En total, la prueba son 61,1 Km.

Aunque ya se ve que los buitres están trincando de lo lindo sobre el despegue, Ibón se presta a hacer de wind dumming y nos enseña dónde están las ascendencias. En cuanto se abre la manga, despegamos todos como locos, y la verdad es que enseguida hay en el aire un ambientorro que parece la PWC.

Salimos disparados por la Sierra de Leyre, con Iñigo Egaña a la cabeza, que va enchufado. Yo me lo tomo con bastante calma y me dedico a apurar hasta el techo todas las térmicas, que en esta parte del vuelo está en 2.200 m. ¡No está mal comparándolos con los 1.600 del día anterior! Entre térmica y térmica, voy llegando al punto en el que la sierra se corta y hay que atravesar el valle para pasar a la Sierra de Orba. Ya se ve a Iñigo Egaña girando al otro lado.

Este es un paso bastante estrecho y no es complicado de atravesar, pero siempre me ha ido mejor tomando toda la altura que se puede nada más pasar la cima del Ezkalarre y tirando hasta el otro lado desde allí sin parar a girar nada por el camino. Hay bastante gente en una térmica a mitad de camino, y cuando paso hacia el otro lado, se vienen conmigo. Ya al otro lado, un buitre está indicando la térmica, junto a los primeros escarpes rocosos. De ahí hasta la cima de la sierra y a esperar el ciclo bueno.

Hay suerte. Pillo un buen cogollo mientras los demás están girando en una térmica más abiertos hacia el valle que yo. 2.200 m. Iñigo se ve girando cerca de la baliza de Majones. Me tiro a la piscina. Cruzar el valle hasta la baliza es uno de los puntos críticos de la manga. La descendencia en el sotavento no es muy grande, pero lo suficiente como para que dé un poco de grima mirar hacia atrás y ver a todo el mundo mucho más alto que yo sobre la sierra.

Pero no he hecho mal en saltar. No era mal momento. Un poco más adelante, una térmica me da un poquillo de oxígeno, y me deja trincar de nuevo hasta los 2.200 de techo. Ahora la baliza parece más accesible. Enfilo a Majones y ya no vuelvo a tocar los frenos. Cerca de Majones, ya al otro lado, se ve girando a Robert (no sabía que hubiera pasado) pero no hay ni rastro de Iñigo Egaña, que ha debido de pinchar cerca de la baliza. Paso como un cohete por encima de Majones y doblo de inmediato a los montes que hay al norte.

Robert tiene algo enganchado, pero está más bajo que yo. Me tiro un poco más hacia dentro de la sierra con la esperanza de pillar algo mejor y a medio camino de Lorbés, un pueblo que está a unos dos Km de la baliza pillo un buen pepino. El techo empieza a subir un poco: 2.500. Desde aquí veo que llega a Majones toda la escuadrilla que había dejado en Orba. Es un espectáculo de verdad ver como van todos como flechas hacia la baliza, sin girar nada. Unos cuantos vienen demasiado bajos. Ya no saldrán de la baliza.

Yo cruzo hacia Lorbés y pillo la madre de todas las descendencias. Tómese nota: de 2.500 a 900 metros en un kilómetro escaso que me separa de los tejados de Lorbés. Eso es una fineza por debajo de 1. No está mal ¿eh?. Afortunadamente, Lorbés es una apuesta segura. Caracoleo por sus tejados sin pillar nada. Un cerito. Sigo buscando. ¿La iré a cagar? Nooo. El vario pita por primera vez. Estoy demasiado bajo para poder pillar un pepinazo. Pero consigo centrar la débil ascendencia. Subo 10, 50, 100 metros y la térmica se consolida. Me cuesta creer que la térmica me pueda llevar de nuevo hasta el techo desde el suelo, pero al cabo de unos minutos estoy otra vez a 2.500 metros sin que el vario haya dejado de pitar un solo momento.

Mientras tanto, ha llegado más gente de hacer la baliza: Iñigo Redín, Iván, Quim, Juan Carlos… Robert también sigue por allí. El resto ha pinchado. Me marcho por la sierra hacia la siguiente baliza (Bigüezal), que se adivina a lo lejos, en el fondo del valle. Por algún motivo, todo el mundo se abre por el valle. Yo sigo por encima de la sierra, seguramente obligado por mi condición de gipuzkoano, porque los setales que se ven sobre las campas me ponen los dientes largos.

Voy como un rayo hacia la Virgen de La Peña, una ermita que está sobre un risco encima de Sigües, ya que parece otra apuesta segura. Pero por el camino pillo térmicas muy buenas y no me dejo ni una sin girar. No hay prisa, así que cuanto más alto vuele, más seguro estaré de no pinchar. Iñigo Redín y otros que se han abierto al valle han pinchado. El resto, se vuelven hacia la sierra. Robert está por detrás, girando muy alto.

Pillo una buena descendencia antes de la ermita, lo cual no me preocupa en absoluto, porque indica que el pepino que me espera al otro lado es de los buenos. Efectivamente, en los riscos debajo de la ermita veo a un buitre que tiene un chuzo de asustar. Yo también llego por debajo de la ermita y enseguida me meto en la ascendencia. No giro hasta llegar a la altura del buitre, que lógicamente, estará en todo el cogollo. Efectivamente, el buitre está en un +5. Al principio me mira un poco mosqueadillo, pero enseguida se amolda a mi giro y se ve que le mola porque cada vez se arrima más.

La ermita esta llena de gente que me ha visto llegar pinchadillo y ahora están mirando cómo trinco. En un giro estoy a la altura de la ermita y cuando paso más cerca de la pared saludo a la chiquillería que está montando un auténtico griterío. En otro giro estoy por encima de la ermita, derivando hacia atrás. Llegan Quim, Iván y Juan Carlos. Juan Carlos se tira al otro lado con poca altura, mientras yo todavía estoy en un +3. ¡Qué prisas! Luego me contará que ha visto buitres girando al otro lado y ha ido a buscarlos.

Llego a 2.500 y la térmica se va apaciguando. Parece que es el techo del día. Noto que una ascendencia me lleva más hacia dentro de la sierra. Me dejo llevar sin girar y al rato estoy en otro cogollo de +5 que termina por dejarme en 3.000 m. de altura. Las vistas sobre Pirineos son bestiales. La sierra de Arangoiti parece un pequeño relieve a mis pies. ¡Hale! ¡Pista de aquí!. Cruzo al otro lado de la sierra sobre Juan Carlos, que se ha quedado muy bajo y está haciendo ladera para intentar trincar. Seguimos adelante Quim, Iván y yo, volando muy altos todo el rato. Juan Carlos también termina por trincar y viene por detrás, junto con Robert.

El día se está quedando plácido. Suelto los trimmers a tope y navego a 40 Km/h: hay algo de viento en contra. Antes de que se termine la sierra llegamos a Bigüezal, la siguiente baliza. Tomamos toda la altura que podemos y nos vamos a la baliza, primero Quim, luego yo, y después Iván.

Más allá de Sigües, el panorama es incierto. Rectos hacia el gol, una enorme masa boscosa sin aterrizajes cruzada por el inmenso tajo de la Foz de Arbayun. A la izquierda, la ladera norte de Arangoiti, demasiado lejos. A la derecha, la carretera y algunos campos que permiten aterrizar, pero un poco alejados de la ruta.

Yo me voy recto, qué coña. Hay que girar todo, que el bosque es extenso. Paso sobre la Foz de Arbayun (qué vistas, y qué fotos me estoy perdiendo por no haber cogido la cámara de fotos). Se nota que hay viento, porque las térmicas derivan bastante, así que decido tomar la altura suficiente para pasarme a la ladera norte de Arangoiti, porque el valle va a estar imposible. Quim ya está sobre el valle, bastante bajo y girando ceros. Mal rollo. Por la izquierda me pasa Juan Carlos, como un chuzo. Yo intento mantener la altura de forma desesperada. Consigo tomar unos metros, y cuando me voy a echar hacia Arangoiti, me rajo. ¡Qué coño! ¡Vámonos por la calle de en medio!

Juan Carlos no gira nada de nada. Llega bastante bajo encima de Domeño y la caga. Todavía tarda un rato en pinchar, pero el viento impide que las térmicas sean aprovechables con poca altura. Quim está algo más adelante, bastante bajo, girando pompillas. ¡Vaya panorama!

Cada vez hay más viento y se nota que está entrando el norte. Las térmicas son muy débiles y cuesta centrarlas, pero todavía permiten tomar algo de altura. Voy girando miserias, y entre miseria y miseria acelero a fondo. Paso por encima de Juan Carlos, que ha aterrizado en Domeño. ¡Coño! Con los trimmers sueltos y acelerado, mi Boomerang penetra a 30-35 Km/h. No está mal, pero eso es bastante viento.

Quim se echa al gol, pero va muy bajo. Con este viento no va a llegar. Yo sigo girando mierdillas hasta que veo el aeródromo de Lumbier a tiro. Acelero a fondo y me lanzo, mientras veo cómo Quim aterriza un campo antes que el aeródromo. El último tramo antes del aeródromo es una bolsa de aire caliente, y llego bastante holgado a gol. Aterrizo en la pista 4 horas y 34 minutos después de haber despegado en Arangoiti. ¡Un vuelo currado!

Al cabo de algunos minutos llega Iván, que no llega al gol por 100 m. Un poco más tarde llega Robert, que también se queda a 100 m. del gol.

Arangoiti 26 Mayo 2001.Iñigo Arizaga

Escrito el 26th mayo 2001 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 1ª manga Liga Norte

El sábado se veía que soplaba el norte desde la mañana, aunque todo el rato la brisa de sur estuvo intentando llevarse el gato al agua. Yo estuve en el despegue sur a eso de la una del mediodía, y la cosa estaba tal cual la definía Ibón: "si hay que despegar se despega, pero despegar por despegar, es tontería".

Al final, decidimos despegar a norte. La manga que se ha puesto consiste en una primera baliza en Lumbier, pasando luego al sur de la Sierra de Arangoiti hasta Sos del Rey Católico, con la intención de aprovechar el viento norte en este trayecto y desde aquí hasta Luesia (dirección sudeste), en donde hay una concentración de parapentes y desde Sos es previsible que nos encontremos con la ayuda del cierzo. En total eran 46,8 Km

En el despegue hay norte flojo y en el aire las térmicas son bastante débiles y están tumbadas por el viento. Nos lanzamos todos en pelotón hacia la primera baliza, que estaba en las piscinas de Lumbier. Por la ladera el vuelo es sencillo, porque hay muchas térmicas en las que apoyarse. Solamente hay que tener cuidado de no salirse por el sotavento de las térmicas, porque las descendencias unidas al viento en contra pueden dejarte un poco tiradillo sobre la cresta. De hecho, hubo quien saltó a sotavento hacia la segunda baliza obligado por esta circunstancia, ya que era incapaz de avanzar hacia el norte.

Con el paso del tiempo el viento meteo de norte fue aumentando y la situación fue empeorando. Si al ir a la baliza el techo estaba por encima de los 1.600, a la vuelta yo fui incapaz de trincar más de 1.400 m y con esta altura, derivando un cero, me pasé hacia el sur de la sierra. El sotavento no estaba nada fiero, pese a no pasarlo con demasiada altura. La gente que despegó más tarde, a duras penas pudo hacer la primera baliza.

La situación en el valle, al otro lado de la sierra no era mucho mejor. Las térmicas aún más tumbadas, más flojas y el techo más bajo. Por delante iban Iñigo Redín y Iñigo Egaña, a quienes veía girando una mierdilla algo más adelante que yo. Después de perder el tiempo con un cero, decidí lanzarme a pillar la misma térmica que ellos. Llegué bajo, demasiado bajo para poder girar alguna ascendencia aprovechable, y cuando me puse a girar para buscar algo, me di cuenta que el viento estaba demasiado fuerte cerca del suelo como para intentar nada. Caí algún kilómetro más adelante, camino de la baliza de Sos del Rey Católico.

Los otros dos Iñigos siguieron un rato sin pena ni gloria en aquella térmica, y finalmente se lanzaron a por la baliza. Iñigo Egaña encontró algo por el camino y remontó bastante, y ya en Sos esta altura adicional le permitió volver a tomar altura, mientras que Iñigo Redín, que llegó más bajo, se fue al suelo cerca de la baliza.

Desde allí, Iñigo Egaña se marchó en solitario hacia el gol de Luesia, pero un despiste con el GPS le hizo desviarse de la ruta, y para cuando se dio cuenta, le resultó imposible volver hacia ella por causa del viento. Una pena, porque el vuelo ya olía a gol. Iñigo Egaña recorrió 31,4 de los 46,8 Km de la prueba e Iñigo Redín se quedó un poco después de la baliza de Sos del Rey Católico. Fueron los únicos pilotos en hacer esta baliza.

Personalmente, me quedó la impresión de que fue una pena de manga, porque pienso que se podía haber completado, pese al viento reinante, que destrozó las condiciones del día.

 

 

Íñigo Arizaga

XI Concentración de Belagua

Escrito el 30th septiembre 2000 por AlasDeLeyre en Concentraciones, Cronicas, LIGA NORTE, PARAPENTE

23 Y 24 DE SEPTIEMBRE DEL 2000

 

El pasado fin de semana, días 23 y 24 de septiembre, se celebró la XI Concentración del Valle de Belagua. Contó con una asistencia de 62 pilotos, que seguro no tienen queja del fin de semana.
Esta zona, para quien no la conozca, cuenta con un despegue, a unos 3000 milímetros del coche, situado a 1.350 metros. El aterrizaje, a unos 950 metros, es una amplia campa herbosa, sin problema alguno.
Escasos 600 segundos en coche separan el despegue del aterrizaje, por lo que hacen de este lugar (con orientación Sur, suroeste), un sitio perfecto para la práctica de nuestro deporte, para el desarrollo de cursillos y demás…

 

El sábado amaneció, ya desde primera hora, con mucho viento, por lo que nos tuvimos que concentrar y poner todas nuestras fuerzas en el almuerzo-comida que nos preparó Iñigo Arizaga. Bien de costillas, bien de sardinas, vino, melón, etc… Estuvo muy bien, porque, ya sabeis, a veces tienes la duda de si dejas de volar por comer. En este caso, no había ninguna duda, el viento era fuerte, por lo que no nos planteaba esa seria duda. Ahora bien: si llega a estar bueno para volar, ¿creéis que habría más gente volando que comiendo?, yo, personalmente, lo dudo.
Bueno, pues entre peloteos con el balón, cafés y demás, nos dieron las 6 de la tarde. Salgo de la Venta de Juan Pito (estupendas migas de pastor), y, ¡oh cielos!, me encuentro que está volando un parapente. 5 minutos, 5 tristes minutos nos costó llegar al despegue tras ver ese parapente.
¿Qué es esto?, ¿ha bajado el viento?. No sé, no sé, sacaremos a Tomás para que lo compruebe. Pues mira, oye, está bueno, hace algo de viento, pero está bueno. 3 minutos más, y ya estamos en el despegue prestos para volar. Ladera gansa, con viento fuertecillo, y térmicas por todo. Las paredes tiran bastante, y enseguida hay gente por todas partes y a todas las alturas volando.
Algunos se subieron hasta las cimas de Lakora (1.900 m), e incluso algo más. Desde ahí unas estupendas vistas del Pirineo Navarro y Oscense les contemplaban (¿quién contempla a quién?). "¡Eh!, que se ve el Bisaurín, donde estuvimos volando hace 2 semanas, y el Aspe, y Collarada…"
Pues nada, habrá que pensar en bajar, ¿no?, ya que las normas dicen que sólo se puede volar entre el orto y el ocaso, ¿o será más bien que no nos queremos tragar un árbol al aterrizar?. Yo creo que algo también tuvo que ver la cena, que había previsto la organización en el refugio de Belagua, a escasos 2 minutos del despegue. Pues nada, oye, que iremos a cenar.
Buenoooooo, nos pusimos las botas en la cena. Creo que alguno repitió jarretes de cordero hasta 3 veces, ¡qué superdotado!
Después de la cena, de cháchara en el parking del refujio, una mentira tras otra, un trago de orujo tras otro, hasta dejarle a su dueño de la botella sin gota.
Por supuesto, hablábamos de lo que venía para el domingo: "no os fiéis, que aunque se vean todas las estrellas, y hasta alguna estrella fugaz (orujos a parte), Maldotado nos ha dicho que mañana va a llover".

 

Mira por donde, que ya es domingo, y luce el sol que no veas. Habrá que ir a hacer algún descenso, ¿no?, que para eso estamos en una concentración de parapente.
Pues eso, tras algún descensillo, a los que, la verdad, yo no hago ningún asco, total, la subida es inmediata, a eso de las 12, la gente ya empezaba a trincar. A ambos lados del despegue, que os recuerdo, es orientación sur, asomaban las barbas de un abuelete que debía estar en la cara norte, Foehn o algo así creo que se llama. Pero había una rubiaza, en la sur, Brisa, que le mantenía quietico en su sitio.
Alguno se puso a 500 metros sobre el despegue, para demostrar, más que nada, que en altura había sur, nada de nortes molestos. El paisaje en la cara norte, impresionante, un mar de nubes que no veas, al que ya estamos acostumbrados por esta zona. Todas ellas agarradas a la montaña, queriendo entrar en la zona de vuelo. Pero no contaban con que la organización había previsto el vuelo, como mínimo, hasta la hora de comer. Nada, un poco después de comer, el Foehn ese tuvo permiso para entrar, y entró, entró hasta el fondo, cubriéndolo todo.

 

Aquí acaba la "Krone ka Kroña" de la última actividad organizada por el Cluib Alas de Leyre para este año. Podéis ver las fotos de tamaño evento en el web del club.

 

El año que viene más y mejor.

 

Íñigo Redín Club Alas de Leyre

XI Concentración de Belagua 23-24 Septiembre 2000

Escrito el 24th septiembre 2000 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

El pasado fin de semana, días 23 y 24 de septiembre, se celebró la XI Concentración del Valle de Belagua. Contó con una asistencia de 62 pilotos, que seguro no tienen queja del fin de semana.
Esta zona, para quien no la conozca, cuenta con un despegue, a unos 3000 milímetros del coche, situado a 1.350 metros. El aterrizaje, a unos 950 metros, es una amplia campa herbosa, sin problema alguno. 
Escasos 600 segundos en coche separan el despegue del aterrizaje, por lo que hacen de este lugar (con orientación Sur, suroeste), un sitio perfecto para la práctica de nuestro deporte, para el desarrollo de cursillos y demás…

El sábado amaneció, ya desde primera hora, con mucho viento, por lo que nos tuvimos que concentrar y poner todas nuestras fuerzas en el almuerzo-comida que nos preparó Iñigo Arizaga. Bien de costillas, bien de sardinas, vino, melón, etc… Estuvo muy bien, porque, ya sabeis, a veces tienes la duda de si dejas de volar por comer. En este caso, no había ninguna duda, el viento era fuerte, por lo que no nos planteaba esa seria duda. Ahora bien: si llega a estar bueno para volar, ¿creéis que habría más gente volando que comiendo?, yo, personalmente, lo dudo. 
Bueno, pues entre peloteos con el balón, cafés y demás, nos dieron las 6 de la tarde. Salgo de la Venta de Juan Pito (estupendas migas de pastor), y, ¡oh cielos!, me encuentro que está volando un parapente. 5 minutos, 5 tristes minutos nos costó llegar al despegue tras ver ese parapente. 
¿Qué es esto?, ¿ha bajado el viento?. No sé, no sé, sacaremos a Tomás para que lo compruebe. Pues mira, oye, está bueno, hace algo de viento, pero está bueno. 3 minutos más, y ya estamos en el despegue prestos para volar. Ladera gansa, con viento fuertecillo, y térmicas por todo. Las paredes tiran bastante, y enseguida hay gente por todas partes y a todas las alturas volando. 
Algunos se subieron hasta las cimas de Lakora (1.900 m), e incluso algo más. Desde ahí unas estupendas vistas del Pirineo Navarro y Oscense les contemplaban (¿quién contempla a quién?). "¡Eh!, que se ve el Bisaurín, donde estuvimos volando hace 2 semanas, y el Aspe, y Collarada…" 
Pues nada, habrá que pensar en bajar, ¿no?, ya que las normas dicen que sólo se puede volar entre el orto y el ocaso, ¿o será más bien que no nos queremos tragar un árbol al aterrizar?. Yo creo que algo también tuvo que ver la cena, que había previsto la organización en el refugio de Belagua, a escasos 2 minutos del despegue. Pues nada, oye, que iremos a cenar. 
Buenoooooo, nos pusimos las botas en la cena. Creo que alguno repitió jarretes de cordero hasta 3 veces, ¡qué superdotado! 
Después de la cena, de cháchara en el parking del refujio, una mentira tras otra, un trago de orujo tras otro, hasta dejarle a su dueño de la botella sin gota. 
Por supuesto, hablábamos de lo que venía para el domingo: "no os fiéis, que aunque se vean todas las estrellas, y hasta alguna estrella fugaz (orujos a parte), Maldotado nos ha dicho que mañana va a llover".

Mira por donde, que ya es domingo, y luce el sol que no veas. Habrá que ir a hacer algún descenso, ¿no?, que para eso estamos en una concentración de parapente. 
Pues eso, tras algún descensillo, a los que, la verdad, yo no hago ningún asco, total, la subida es inmediata, a eso de las 12, la gente ya empezaba a trincar. A ambos lados del despegue, que os recuerdo, es orientación sur, asomaban las barbas de un abuelete que debía estar en la cara norte, Foehn o algo así creo que se llama. Pero había una rubiaza, en la sur, Brisa, que le mantenía quietico en su sitio. 
Alguno se puso a 500 metros sobre el despegue, para demostrar, más que nada, que en altura había sur, nada de nortes molestos. El paisaje en la cara norte, impresionante, un mar de nubes que no veas, al que ya estamos acostumbrados por esta zona. Todas ellas agarradas a la montaña, queriendo entrar en la zona de vuelo. Pero no contaban con que la organización había previsto el vuelo, como mínimo, hasta la hora de comer. Nada, un poco después de comer, el Foehn ese tuvo permiso para entrar, y entró, entró hasta el fondo, cubriéndolo todo.

Aquí acaba la "Krone ka Kroña" de la última actividad organizada por el Cluib Alas de Leyre para este año. Podéis ver las fotos de tamaño evento en el web del club.

El año que viene más y mejor.

Íñigo Redín

Blancas 10 Septiembre 2000.Íñigo Arizaga

Escrito el 10th septiembre 2000 por AlasDeLeyre en Cronicas, LIGA NORTE

 

Comentario 14ª manga, día 10-09-2000

El domingo subimos un poco tarde al despegue, porque desde el aeródromo de Santa Cilia habían regalado un vuelo acrobático al ganador de la manga del sábado. La verdad es que pasamos un poco de canguelo viendo la sucesión de loopings y pérdidas a la que se vio sometido el pobre Lee. Alguno incluso llegó a decir "menos mal que no he ganado la manga", pero la verdad es que disfrutamos todos un montón con el espectáculo.

 

El domingo el día pinta muy parecido al sábado. La brisa tira un poco de oeste y muchos pilotos nos pusimos en esa vertiente para despegar. Conforme pasaba el tiempo, el lado sureste empezó también a tirar y la mayoría de los pilotos nos cambiamos de posición.

 

En el despegue hay muy buen ambiente y bromeamos un rato con el duelo particular que tenemos Wilfred y yo. Wilfred dice que me va a machacar y yo le contesto que saque primero la vela de la bolsa para comprobarla, porque por la noche me he fabricado unos gallumbos "zero porosity" con sus cajones centrales, y que van de cine para cortar el viento.

 

Es domingo y la manga tiene que tener recogidas sencillas, porque si no el lunes estamos todos dormidos en el currelo. Con el consejo de Paco Villar, el experto de la zona, ponemos una manga que consiste en una baliza en el refugio de Lizara, otra baliza en el refugio Huici (en el collado en el que se junta la cuerda de Blancas con los barrancos del Aspe) y el gol en Larrés, un pueblecito al lado de Sabiñánigo. En total 38,5 Km.

 

Hoy he preparado la vela antes del "briefing" y cuando la manga se abre ya estamos unos cuantos pilotos preparados. Lee sale primero, y antes de que nos demos cuenta ya esta girando bien alto camino del Aspe, dispuesto a cruzar hacia el valle de Lizara. Le seguimos Wilfred, Suat y yo. Trincamos rapidísimo en una térmica tan infame que no merece tal nombre. Es tan turbulenta como el chorro de una bañera yakuzi, pero en gaseoso. No hay manera de girar una vuelta entera de una forma digna y todo el rato son meneos y plegadas. La verdad, es que casi me impresiona más ver los zarandeos que están sufriendo los otros pilotos que los míos propios. Pero como la subida es bien gorda ¡no hay tregua!. En un momento estoy 20 metros por debajo de mis compañeros, y en una fracción de segundo estoy bien por encima. Luego yo me hundo y veo cómo Wilfred sube como si tuviera un cohete en el trasero. Y eso que estamos los tres girando en escasos metros. ¡Que forma de cobrar! Es la térmica que se desprende justo en el despegue. Aunque yo no lo veo, luego me contarán que en el despegue ha habido unos cuantos "cuadros impresionistas", de los que te quitan la afición de volar.

 

Así estamos un buen rato hasta que hacemos techo y nos marchamos hacia el refugio de Lizara, cruzando el valle de Aisa.

 

Lee ya está al otro lado, y está girando en la cresta, un poco al sur, para tomar altura suficiente para hacer el refugio. Yo llego casi debajo de él, que está trincando bastante bien. Pero a mí me vuelve a atraer el mogote del sábado (El Bozo). Me atrae como la luz morada a las moscas, no lo puedo evitar. Hace falta estar albardado como yo. Al igual que el día anterior, pierdo toda mi altura buscando la térmica inexistente. Pero ¡es que tiene que estar! Me adentro en el valle pensando que la térmica debe de estar sobre una arista que corre perpendicular al valle. Por detrás viene toda la marabunta, pero mucho más altos que yo. Wilfred, Iñigo Redín, Merchi, Igone, Iñigo Gabiria, Suat, Quim, que hoy esta volando con el biplaza, y más gente.

 

Veo que Lee planea tan tranquilo por encima del refugio, se da media vuelta y se vuelve hacia Blancas. Sin hacer la baliza del refugio me echo con los cuernos por delante, no ya a la cresta del otro lado, sino apuntando directamente a la peña Espelungueta, que la remata por debajo, y por donde conseguí cruzar el sábado. Pero hoy no llego ni a la peña. Llego a la altura de los pinares y me enfrento a la fuga para pasar al otro lado sin demasiado ánimo. Hoy sí que la he cagado pero bien. Anda que no se van a cachondear Wilfred y Redín. Me dan ganas de aterrizar y darme con una piedra en la cabeza. Pero mira por donde, la brisa todavía no debe de estar del todo puesta y consigo pasar a barlovento, por debajo de la base de la peña. ¡Joder, con el barlovento! Pillo un +7 que no puedo girar porque estoy contra la pared. Con el rabillo del ojo veo como las rocas de la pared pasan a velocidad endiablada hacia abajo, que parecen los números de los pisos dentro de un ascensor antiguo: sótano, planta baja, 1º, 2º, 3º… Sigo con la vela un poco frenada y sin girar hasta que supero la cima de la peña. Suena la campana del ascensor: ¡piticlín! Azotea. Ahora sí que giro a saco sobre la peña. "Back on business": todavía no estoy muerto.

 

La térmica se desprende de la peña y sube fuerte, no tan cutre como la anterior de Blancas, pero las he conocido más tranquilas. Con más calma, veo lo que ha hecho la gente. La verdad es que todo el mundo se ha desperdigado, y hay parapentes por todas partes. Unos cuantos han bajado hacia la misma peña que yo, pero con más altura. Otros andan rascando las paredes del Aspe, y veo algún infortunado hundiéndose en mi mogote favorito. Unos cuantos aterrizarán en el refugio de Lizara (Merchi, Larri…) Hay suerte y la térmica sube mucho, derivando hacia el centro del valle, y me deja cerca del refugio. Tengo que planear un poco hacia el norte para hacer la baliza. Algunos la han hecho al cruzar el valle, como Igone, y pueden volver sin desviarse hacia el norte.

 

Yo ya aprovecho la trayectoria y me voy a la pared sur de las montañas, a ver cómo está la cosa. Qué te voy a decir, la cosa está flojita, tanto que acabo arrimándome a la pared soleada como una lagartija, y eso que al principio no llegaba con mucha confianza. Poquito a poco voy ganando la altura del Collado del Bozo, que me separa de la cabecera del valle de Aisa, y al otro lado ya se ve Blancas, en donde hay bastantes velas que todavía no han intentado la baliza. Lee anda peleando para cruzar este valle. Las brisas están muy revueltas y cuesta un poco de trabajo adivinar qué lado está en barlovento y cuál en sotavento. Aprovechando ascendencias suaves contra las paredes termino por ganar una cima secundaria en el Macizo de Bernera y por fin puedo girar una térmica decente. En el valle de Aisa hay otras dos velas, una Advance anaranjada y una Swing azul, que no conozco. Por detrás viene Igone pisándome los talones. Más atrás vienen Iñigo Redín, Iñigo Gabiria, Wilfred y también veo a Quim con el biplaza.

 

Según estoy mirando cómo está distribuida la gente veo que Iñigo Gabiria se mete en un buen fregado con su Argon. ¡Qué tío! ¡Pero si parece Raúl Rodríguez haciendo acrobacia! La vela se le baja a los pies, sube y se pliega la mitad, baja otra vez y se vuelve a plegar del otro lado. Gira para un lado, gira para el otro. ¡Glups! ¿Se parará algún día? Las rocas están peligrosamente cerca. Después de un rato que se hace interminable la vela se estabiliza. Una voz desconocida suena temblorosa por la radio: "¡muy bueno, Iñigo, así se hace!". Nadie contesta.

 

Mejor mirar para otro lado. Donde estoy, el relieve no me gusta mucho (y menos después de lo visto), así que aprovechando la altura, me lanzo a saco al Collado de la Magdalena, en donde está el refugio de Huici, la segunda baliza. Llego tan bajo, que tengo que levantar los pies para no pisar una boñiga. Los saltamontes huyen despavoridos ante el zumbido de mis cordinos. Por alguna razón que se me escapa, los collados de este tipo en Pirineos tienden a tirar (¿confluencia de brisas?) y éste no es una excepción. Empiezo con un +0,5, un +1, y al rato estoy girando un pepino junto con la Advance, la Swing e Igone, que ha llegado un poco más tarde.

 

Nos vamos a Blancas a trincar, para echarnos hacia el Collarada cruzando el Aragón. Resulta que en Blancas no hay demasiado techo, 2.600 o por ahí. La Swing y la Advance se tiran con esa altura. Yo la veo un poco escasa y me quedo un rato por allí hasta que consigo subir cien metrillos más. Para cuando me lanzo, los otros han cruzado casi el valle e Igone está bastante más alta que yo en una térmica anterior sobre el Pico de la Magdalena. Yo también me lanzo, por encima de una cresta que baja de Blancas al valle para intentar aprovechar al máximo las ascendencias (más bien que me afecten al mínimo las descendencias).

 

Llego con algo de altura a la cresta en la que estuvimos el sábado un ratillo para trincar (La Trapa). La Advance y la Swing no sacan mucha renta. Yo me quiero ir a la calva del día anterior pero hoy el viento en contra es más fuerte y necesitaría más altura que la que tengo. Deambulamos por allí un rato, sin pena ni gloria. En una de éstas, llega una ráfaga de no sé que viento, que nos zarandea de lo lindo y nos pone las pilas. Yo ando dando giros completos casi sin querer. Miro a los otros dos, para ver si soy yo sólo, pero no, también se les ve cobrar lo suyo. Hago de tripas corazón y giro cerradísimo una de las pompas más violentas que llegan. Me sube unos cincuenta metros, suficiente para la corta transición que quiero hacer. La Advance se queda en la cresta y la Swing se marcha hacia el sur, en busca de un poco de paz y amor, supongo.

 

Hoy encuentro la térmica más tumbada que ayer, pero está en el mismo sitio. Sube clara, y para lo que está siendo el día, se podría decir que muy tranquila. Llega Igone a la cresta anterior con más altura que yo. Yo sigo derivando mi térmica hasta que me lleva a la ladera del Collarada. Allí me entretengo girando pompas, pero no hay nada claro que me suba a una altura en la que navegar con tranquilidad.

 

Para ir a Sabiñánigo hay que desviarse hacia el sureste antes que en el itinerario del día anterior. Veo un collado (2.041 m.), del que sale una cresta que baja directamente hacia el gol. Pero está muy alta y las dos vertientes que dan a este lado parecen un poco sotaventadas o fugadas. Me da más confianza la que está atravesando el collado, pero es que no llego ni de coña. De todas formas me dirijo hacia allí. De camino encuentro un +1, que más que hacerme subir, me permite avanzar sin caer. ¡Qué coño! ¡Hemos venido aquí a jugar! Me la juego con el collado. Acelero un poquillo y enfilo, no directamente al collado, sino hacia uno de sus lados, por si los venturis. ¡Huy, huy, huy! Esta vez sí que llego bajo. Con mi rebufo espanto a un montón de moscas que se estaban deleitando en una mierda. En las botas llevo un par de caracoles y un limaco. ¡Uf! Pero ya estoy al otro lado.

 

Pero tampoco es mucho decir, porque el otro lado es una flojera total. Con la teoría del collado pirenaico que si no es un venturi puede tirar, me quedo rondando por allí. En realidad el panorama del larguísimo valle cubierto de frondosos árboles que se extiende hasta donde alcanza la vista me proporciona una fe ciega en la teoría del collado. Es el valle de Acumuer. Seguro: este collado tira por huevos. Lee está girando una buena ascendencia al final de la cresta en la que me quiero encaramar. Detrás del collado están Wilfred e Igone, arañando centímetros para pasar. Por detrás de ellos no se ve a nadie.

 

Hay un buitre girando un cero encima de una peña minúscula. ¡Aparta de ahí, bicho inmundo, que yo tengo preferencia! El buitre se va mirándome de costado con mala cara. Pues sí, es un cerito. Bueno, un cerito con cinco, un unito… Gano unos escasos metros y me voy hacia la cresta (Punta de la Espata, 2.195 m.) que está bastante a la sombra y calculo que sotaventada del lado soleado opuesto. Pero allí está la famosa térmica de sotavento, floja y rota, pero térmica al fin y al cabo. Gano unos pocos metros que me permiten pasar a la ladera soleada. Justo al otro lado hay entre 100 y 200 buitres que despegan a la vez al verme aparecer como un sputnik. ¡Qué bien! Me lo van a marcar todo, pienso.

 

En realidad, me marcan el caos. Ha pasado medio minuto y todos los buitres siguen volando en todas direcciones como un avispero revuelto y aleteando como condenados. No hay uno solo que esté girando con las alas extendidas, ni siquiera un cero. El viento corre paralelo a la ladera y hay una fuga bastante horrenda. Lee se ha lanzado ya en el planeo final a gol.

 

Tengo que salir de la fuga como sea. Acelero y atravieso como un chuzo el nubarrón de buitres, que se apartan como de mala leche. ¡No te fastidia el tío este que nos hace despegar en estas condiciones cutres y todavía viene a tocar las pelotas!

 

Por mi mente pasa la historia increíble que le sucedió a Iñigo García la manga del día anterior. Volaba tan cerca de un buitre que finalmente éste se quedó enredado en los cordinos del parapente y tanto ave como piloto pasaron un mal rato hasta que el primero consiguió desenredarse sin mayores consecuencias para ninguno de los dos. Por la mañana, al inflar la vela en el despegue todavía podían verse plumas pegadas a los cordinos.

 

Mirando hacia abajo veo a Paco Villar atravesar el collado tan bajo como yo, pero no se detiene a experimentar con la teoría del collado. Se lanza por el valle de Acumuer hacia abajo y lo veo hundirse con los cuernos por delante. Creo que le espera una buena caminata. Más tarde Alberto Posada se lanzará también bajo por ese valle y se quedará a algunos kilómetros del gol.

 

Voy volando justo por encima del cordal, pero en cualquier momento voy a perder la altura de la cresta y tengo que decidir a qué lado me dejo caer. Todos los buitres se han quedado en la ladera soleada. No parece la peor opción. Me dejo caer a ese lado y peleo como puedo contra el viento de fuga. Acelero en los tramos más sotaventados y paso más despacio en las aristas que se enfrentan un poco y llegan a tener ascendencias. Por fin llego al final del cordal y giro a la izquierda hacia el lado que debe enfrentarse al viento.

 

¡Qué maravilla! Enseguida me atrapa una termoladera muy laminar (Laderas de Forcallos) que me lleva hasta la cima del Pico de la Lera (2.122 m.) Allí el viento se desprende y se convierte en una térmica que sube con bastante poca deriva y rápido. Ya veo Biescas y el pueblo de Larrés, hacia donde se está aproximando Lee. Me tomo mi tiempo con la térmica, porque me relaja un montón después de tanto estrés. ¡Jopé, un poco de calma! Subo y subo. Estoy mirando cómo el vario supera la cota de los 3.000 metros cuando todo se pone gris a mi alrededor. ¡Coño! Me he metido en la nube y no me he dado ni cuenta.

 

Salgo pitando de la nube. Con esa altura llego de planeo seguro. Acelero un poquillo y enfilo para el gol, en donde estoy viendo a Lee bajando con esas barrenas invertidas que no sé ni cómo se llaman. Miro hacia atrás y veo que Wilfred ha conseguido pasar rodeando toda la montaña en lugar de cruzar el collado. Igone no aparece. Es una lástima porque estaba en la cabeza de la carrera.

 

Wilfred viene enchufado. Su vela corre mucho más que la mía, pero la ventaja que llevo tiene que ser suficiente para que no me pille, si no me dejo pillar. Pocas veces cojo el segundo pedal del acelerador de la Tigra, pero hoy es el día. Con las poleas casi tocándose, los cordinos silban que da gusto. Tengo que soltar el gatillo cada vez que entro en la turbulencia de alguna térmica, lo cual ocurre bastante a menudo. ¡Cómo tira toda la cresta! Pese a que en los último kilómetros me tiro por la descendencia de la cuerda para perder altura, llego muy alto sobre Larrés. En el valle el viento está bastante fuerte del oeste, pero no causa problemas.

 

Aterrizo cinco minutos después de Lee, y Wilfred otros cinco después de mí. Han sido dos horas escasas de vuelo, pero muy intensas. Igone no viene. Es una pena, porque hubiéramos entrado los cuatro en un puño. Casi una hora más tarde, cuando ya pensamos que no va a llegar nadie más, llegan Jesús Amadoz "Chucho", Suat Toren y Jordi Marquillas. A la hora y media aparece Iñigo Redín, que la caga en el planeo final y no llega a gol por 100 metros. ¡Anda que no le esperan chascarrillos que aguantar! También llegan Iñigo Gabiria y Enric Cusell. Todavía más tarde llega Iván Colás, ¡con un año de experiencia de vuelo y montando una Isis de Windtech!. Por último llega Iñigo García, dos horas y media más tarde que Lee.